Familias que ofrecen su hogar sin saber hasta cuándo

GALICIA

Tres madres que cuidan niños tutelados por la Xunta cuentan por qué lo hacen

08 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A Jaime (nombre ficticio para ocultar la verdadera identidad de un menor) le han dado una beca. Estudia en el mismo colegio al que comenzó a ir cuando llegó a casa de la familia que lo acogió durante tres años. Hace tiempo que dejó aquel hogar. Volvió con su familia. Lo hizo después de que la Xunta, que entonces tenía su custodia, devolviera a sus padres la tutela. Pero, como cuenta la madre de la familia que entonces lo recibió, no ha perdido el contacto con sus hijos, con los que creció durante aquella época. Los ve cada día, en el colegio.

Aquello fue algo temporal. Igual que lo es la estancia en familias de acogida de 1.446 menores que, según las estadística de la Consellería de Traballo e Benestar, estaban bajo la responsabilidad del Gobierno autónomo el año pasado. Pero todavía había más de 1.200 menores que permanecían internos en centros, una última opción a la que se ve empujada la Administración cuando las familias no son suficientes o cuando el caso obliga, algo que la Xunta alega en el caso del menor obeso de Ourense.

La patria potestad de muchos fue a parar a manos de la Xunta por orden de un juez. Otros acabaron bajo el abrigo administrativo porque los padres, voluntariamente, cedieron la guarda de sus hijos al no poder hacerse cargo de ellos. «Hay gente que llega a un centro, dice que los deja un día, pero luego no vuelve hasta pasado un tiempo. Muchas veces son casos relacionados con problemas de droga», cuenta una madre que acoge de la zona de A Coruña.

La búsqueda de tíos, primos, abuelos, algún familiar cercano que pueda cuidarlos es la primera opción que busca la Administración para que no pierdan el arraigo, para que se sientan arropados, para que no olviden cómo funciona un hogar. Es luego, al agotar esa vía, cuando recurre al programa de Acogimiento Familiar, un proyecto coordinado por la Cruz Roja española. En el 2008, eran 27 los menores que estaban viviendo de forma continuada o durante el fin de semana con familias ajenas.

Varias de esas familias entraron en contacto, se conocieron y fue un flechazo. Resolver asuntos sencillos, de la vida cotidiana, las movió a agruparse. Acabaron formando la Asociación de Familias Acolledoras de Galicia. La semana pasada, coincidiendo con la aprobación en el Parlamento gallego de una propuesta socialista de aumentar las ayudas a las familias acogedoras, hicieron su puesta de largo en sociedad en Compostela. Algunas de ellas cuentan aquí cómo es la experiencia de acoger.