Cómo viajar por la Costa da Morte de cable en cable y sin pisar el suelo

Kiko Novoa

GALICIA

22 mar 2008 . Actualizado a las 21:44 h.

Si no fuese porque el roble manda, la capital de Bergantiños, en vez de Carballo bien podría llamarse Cablallo. Nada nuevo, por otra parte, dado el gusto general del gallego por lanzar cuerdas eléctricas al mundo. Tarzán, en la Costa da Morte, no necesitaría pisar suelo para viajar de punta a punta. Por aquí, las lianas son corrientes. Hay pazos que incluso parecen haberse erigido para espetar un taladro que pueda acompañar a un cable. No es raro además contemplar una espléndidamente ramificada torreta de alta tensión, con su cemento y su calavera en bajorrelieve, mientras un semáforo, allí pegado, se niega a entregar sus colores al tránsito. Paradojas de alto voltaje.

Y, sin embargo, los cortes de luz en Carballo son constantes. Raro es el mes que los vecinos no tiran de palmatoria. Las industrias del polígono de Bértoa saben que en cualquier momento la vida laboral puede paralizarse durante horas. Hace poco, la perforación de un condensador de un telecontrol ubicado en la zona de Leiloio (Malpica) dejó sin luz a unos 300 vecinos del municipio. Esta vez, los afectados no solo fueron algunos de los clientes de Unión Fenosa en el casco urbano, sino también en Cances, Xoane y Vilariño, donde el fallo duró cinco horas. Todo eso sin temporal, porque el día que sopla el nordés y la tormenta apremia no hay cable que se escape del desastre. Hay tantos postes que más de uno sirve de pararrayos cuando el cielo se pone duro. A principio de año, en el lugar de Calvos, un rayo se desplomó sobre un poste del tendido eléctrico y abrió una brecha de medio metro de ancho en una pista. Por supuesto, para no variar, los vecinos se quedaron sin luz ni teléfono.

Los árboles han sido plantados para mucho más que para vivir como soporte de pajarillos. Si hay cable que tirar, una rama siempre es buena compañera. En la parroquia carballesa de Noicela fueron más allá: a alguien se le ocurrió la gran idea de agujerear un árbol por cuyo tronco, libre, respira el tinglado eléctrico. No hay hórreo ni cruceiro que se salve. Cualquier recuncho es bueno para airear el tendido y dar servicio a la comunidad. Cee, Fisterra y A Ponte do Porto (aquí, el paseante se topará con un poste de media tensión en toda la acera) se han convertido en excelentes escenarios del hormigón y la madera vertical. La Administración local no parece demasiado preocupada en solucionar el tema.

Por otra parte, ¿por qué no sacar rentabilidad económica? Vuela tanto cable en la Costa da Morte que hay quien piensa que sobra, no solo por estética, y que arrancando unos metros de aquí y otros de allá se puede hacer negocio a placer. Desde el 2006, los delincuentes llevan sustraídos en el área de Carballo 13 kilómetros de líneas, según fuentes de Telefónica, y unos 9.000 vecinos del entorno se han visto afectados. El cobre que contiene los cables puede alcanzar los siete euros el kilo. Unos iluminados.