«Menudo retiro dorado: a mí se me encargó una patata caliente»

GALICIA

Vázquez carga contra los «malintencionados» que vieron su marcha a Roma como un traslado forzoso y alerta del, a su juicio, «grave problema» de los nacionalismos

06 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Regresó a la ciudad para disfrutar de los Reyes con sus nietos, pero, con el belén que se armó después de la manifestación de apoyo a la familia tradicional en Madrid, el pasado domingo, ha vuelto por sus fueros. El embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez (A Coruña, 1946), pide «prudencia» ante este «incidente» y, de paso, habla de Galicia.

-¿Cómo se ve desde Roma?

-No sigo puntualmente la política gallega, pero sí sigo con atención, interés y preocupación lo que pasa en la ciudad de La Coruña [sic].

-Dice «con preocupación».

-Sí, claro, evidentemente... pero volviendo a Galicia, la vinculo siempre a mi visión de España, y creo que el gran problema que tenemos es el derivado del peso que tienen hoy los nacionalismos, superior a su representación, y que está generando, no un problema de estructura del Estado, sino que desde la educación y la lengua están poniendo las bases para crear un grave problema de convivencia.

-No le gustan las galescolas.

-Es incomprensible que a un niño de 4 o 5 años, cuya lengua materna sea el español, en el colegio se le acose y se le imponga el uso de otra lengua. Es la sociedad la que tiene que resolver y recapacitar sobre los cimientos que estamos poniendo, y sobre la agresión que pueden sentir las personas que, como yo, tienen como lengua el español. Ello no representa ninguna contradicción con el compromiso y el amor por Galicia. Es decir, ser galleguista no quiere decir ser nacionalista, son cosas diametralmente opuestas, que yo tuve muy claras y, además, tuvieron muy claro los electores que durante 24 años votaron mayoritariamente mi candidatura, y con esto he dicho bastante.

-¿No le duele el retraso de las infraestructuras?

-Es un retraso relativo, porque el tren de alta velocidad, para llegar a Orense, tiene que pasar antes por Valladolid. Yo mantengo que lo más importante para Galicia es un sistema portuario, donde estamos en situación hegemónica. Y me siento muy orgulloso de muchas cosas, pero soy consciente de que dentro de 20, 30 o 40 años habrá muchos ciudadanos que agradecerán todo aquel esfuerzo que hizo Paco Vázquez por conseguir un puerto exterior. Y lo hice aún a costa de un grave deterioro de mi imagen, en unas circunstancias en las que, con el Prestige, faltaba serenidad. Y le voy a decir algo más: faltaba habilidad e inteligencia, que es lo que debe tener un responsable político.

-¿La hubo con el Gaiás?

-Fui el primero que denunció ese proyecto, y así se cumplió. Lo que no se puede hacer es una inversión para la que no estamos capacitados. Ahora habrá que darle otro uso, probablemente administrativo.

-Sus detractores vieron su marcha a Roma como un retiro dorado.

-Je, je, pues fíjese menudo retiro dorado: a mí se me encargó una patata caliente que me llenó de orgullo. Eso fueron comentarios de malintencionados que quisieron desvirtuar la importancia del nombramiento, no por mi persona, sino por el deseo del presidente Zapatero, que quería paliar la grave crisis que pasaban las relaciones con la Iglesia. Tengo una gran ventaja: cuento con su confianza, la de Moratinos y la de María Teresa Fernández de la Vega.

-Pero insiste en que no será su «estación Termini».

-No me planteo otra meta, pero tampoco abandonar el servicio público. Sí es cierto que estoy muy ilusionado con mi futuro inmediato. Me gusta la misión que tengo.