Vacaciones en el Ártico gallego

C. de la Torre / T. Montero

GALICIA

En la estación de montaña de Cabeza de Manzaneda se llegó ayer a los dos grados de mínima y algunos veraneantes solicitaron calefacción por la noche

23 ago 2007 . Actualizado a las 05:09 h.

El tiempo no acompaña este agosto en Galicia. Las precipitaciones se han convertido en la tónica habitual en numerosos puntos del territorio galaico. Sin ir más lejos, ayer llovió en A Mariña lucense, donde se registraron precipitaciones de entre tres y cuatro litros por metro cuadrado. Las sierras coruñesas también registraron lluvias de cinco o seis litros y Compostela tampoco se libró de los chubascos. Sobre la ciudad cayeron dos litros por metro cuadrado. Pero a las nubes grises descargando agua también se han unido este mes unas temperaturas bajas para esta época del año. Llamativas fueron las registradas en la madrugada del miércoles en la montaña ourensana. En Manzaneda, los termómetros marcaron apenas dos grados, pero es que la sensación térmica fue bajo cero, de acuerdo con los datos de MeteoGalicia.

En las principales ciudades gallegas, las temperaturas no superaron los 11 grados, mientras que en municipios como Lalín y Monforte apenas llegaron a los diez. Una media algo baja para la época del año en la que estamos, aunque desde MeteoGalicia la definieron como «normal».

De todos modos, es en Manzaneda -allí MeteoGalicia tiene sus medidores a 1.700 metros de altitud- donde el verano se ha convertido estos días en una suerte de espejismo. Dos grados de temperatura y una sensación térmica bajo cero llevaron a algunos excursionistas que se hallan en la estación a pedir que encendiesen la calefacción.

También tienen los radiadores funcionando en recepción. Desde allí, Gustavo Macía, el responsable de atención al cliente, asegura que lo normal en verano es que las mínimas ronden los doce grados y las máximas no pasen de veinte. «Lo de estos dos últimos días ha sido excepcional, pero la gente que viene hasta aquí no busca calor y, de hecho, es más agradable un poco de fresco para caminar o andar a caballo», explica Macía, quien asegura que las quejas son más frecuentes si llueve que cuando hace frío.

Un ejemplo de que a Manzaneda no se viene buscando sol lo ofrece la familia de Juan. Son de O Carballiño y con ellos viene un niño saharaui que acogieron este verano. En total, son cinco y cada uno de ellos tiene muy claro por qué les gusta este lugar. Los caballos son la predilección de Nayeli, de 5 años. Bachir, de 12, y Xoán, de 9, se quedan con los cars. Mientras, la madre, Guadalupe, defiende la tranquilidad del lugar y estar rodeados de naturaleza. «No creo que nos haga falta calefacción, con poner un par de mantas será suficiente», augura ante la que será su primera noche en la montaña. En la maleta han metido jerséis, pero también bañadores para la piscina, climatizada claro.

Pero no sólo los veraneantes resisten el frío. Medio kilómetro más abajo está el municipio de Manzaneda. Ayer hubo feria y se comentaba que la noche anterior, en pleno agosto, había caído una helada. El alcalde no lo asegura: «Dicían que xeara pero eu non o vin, frío fixo, iso seguro, pero tampouco é para tanto». José Antonio Núñez, del BNG, explicó que los pueblos de montaña se cobijan mediante una ubicación estudiada y la cercanía de soutos que los protegen del calor extremo y del frío.