Cinco reflexiones sobre el Gaiás

Manuel Blanco

FERROL

12 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.

Cada vez que vaya al servicio de urgencias de su hospital y se encuentre con que apenas hay un par de médicos en proceso de aprendizaje para atenderle, acuérdese del Gaiás. Cada vez que llame a su centro de salud para pedir cita y se la denieguen porque su doctor está ausente y no tiene sustituto, tenga presente el desaire del responsable del complejo, Peter Eisenman, que se va a gastar más de 400 millones de euros en su fantasía en lugar de los 110 que le habían concedido. Cada vez que vaya caminando por la playa y pise en un descuido un cúmulo de detritos de nuestras rías sin sanear, piense en los millones de euros que costará mantener cada año el mausoleo que se levanta a las afueras de Santiago. Cada vez que su hijo vuelva del cole hastiado y frustrado por tener que compartir un ordenador con seis o siete compañeros, invoque a todos y cada uno de los políticos que en los últimos diez años han tenido que ver con la Ciudad de la Cultura y han sido incapaces de llenar de contenido este delirante proyecto. Habrá quien diga que estas reflexiones son demagógicas. No lo creo. Esto no es demagogia. Es el día a día de 2,7 millones de gallegos.

P. D. Cada vez que alguien le diga que el Gaiás es como el Guggenheim, hágase cargo de estos datos: el edificio bilbaíno costó cuatro veces menos y lo ha construido una comunidad con una renta per cápita un 30% superior a la de Galicia y una tasa de paro casi cinco puntos más baja.