Toda la tierra al abrigo y tan cerca del agua

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro FERROL |

FERROL

A medio camino entre San Salvador de Serantes y la Real Villa de A Graña, A Cabana, antaño una zona especialmente frecuentada durante los meses de verano, sigue teniendo hoy mucho de oasis atlántico

07 dic 2010 . Actualizado a las 14:04 h.

Fue una de las grandes romerías gallegas, vaya si lo fue, la de San Antonio da Cabana. La fiesta a la que se dirigía la madre de Gonzalo Torrente Ballester cuando se puso de parto, el 13 de junio de 1910, y se vio obligada a pedir que la llevasen de inmediato a casa de sus suegros, en el muy cercano Serantes, donde nació el escritor, como ustedes bien saben. Eran otros tiempos, aquellos, hace justamente cien años, pero el recuerdo de la romería no se ha borrado, y de hecho estos mismos días en los que les escribo esto, cuando el 2010 se está acabando -no importa si lo leen más tarde, entre la letra impresa el presente tiende a eternizarse-, acaban de terminarse las obras de rehabilitación de la capilla de San Antonio, y en ella se va a reanudar el culto de nuevo, según ha anunciado el Obispado. Es muy buena tierra, toda ella, la de A Cabana. Lugar de abrigo, en el que casi no hay camino que no conduzca al auga. Conviene caminar por ella -como por casi todas partes- con la calma que se precisa para que no nos pasen desapercibidas las cosas en verdad importantes. También aquí, al igual que en casi todos los lugares que creemos conocer muy bien aunque no sea ese exactamente el caso, las sorpresas son abundantes. De manera que no faltan ni zonas de ribera en las que parecen ir a asomarse a las primeras de cambio sirenas como las que son famosas en la vecina villa de Mugardos ni arbolados en los que te contemplan ojos cuyos dueños tanto podrían ser de este mundo como venir de algún otro lado, más difícil de identificar en los mapas.

La tormenta retirándose

La cámara de juguete y yo llegamos hasta allí, hasta A Cabana, lugar tan proclive al veraneo en aquellos estíos del pasado, bajo las últimas lluvias de una tormenta que ya se bate en retirada. Aguardamos un instante, y cuando bajamos del coche ya no llueve nada.

-Que veña vindo o inverno tamén fai falta, ¿ou non é así? -nos dice una señora que lleva un gato a rayas a su lado.

Le preguntamos a la señora si podemos sacarle una foto, pero nos responde que no.

-É que hoxe -replica- case nin che pensaba saír da casa.