César Antonio Molina: «El mundo de Torrente giraba en torno a Ferrol»

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro FERROL/LA VOZ.

FERROL

30 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Lo decía ayer el ex ministro de Cultura, César Antonio Molina, amigo personal del autor de La saga/fuga de J.B y quizás el más profundo conocedor de la obra periodística del escritor nacido, hace ahora justamente un siglo, en la Casa Grande de Serantes: «El mundo de Torrente giraba en torno a Ferrol». Molina, que desde ayer se encuentra en Galicia y que hoy, a las 12.30 horas, asistirá en el Museo de las Herrerías a la presentación de la edición crítica de La boda de Chon Recalde , recuerda hasta qué punto Ferrol «estaba presente siempre» en los recuerdos de Torrente, se encontrase donde se encontrase el autor de la trilogía Los gozos y las sombras .

Molina se mostraba ayer, además, especialmente interesado en conocer los contenidos de la muestra Gonzalo Torrente Ballester y el mar . Una exposición que precisamente servirá de marco en Herrerías a la presentación del libro que publica la editorial Ézaro, con ilustraciones de Siro, Xaquín Marín e Irene Fra y con textos de Olivia Rodríguez, Eduardo Fra y Eva Ocampo, además de con un prólogo de José Antonio Ponte Far, responsable de esta nueva edición de una obra que, en palabras del profesor y ensayista ferrolano, posee un profundidad que va mucho más allá de lo que a menudo se le ha atribuido.

El peso de la tradición

César Antonio Molina recordaba ayer, a propósito de la vinculación afectiva de Gonzalo Torrente Ballester con el mundo del mar, que el escritor era hijo de marino, y que la tradición que vinculaba a su familia al mundo de los barcos tuvo un muy claro reflejo en buena parte de cuanto publicó a lo largo de su intensa y desde luego brillante carrera literaria.

El interés de César Antonio Molina por la escritura de Gonzalo Torrente Ballester creció sin pausa desde la juventud del poeta, narrador y ensayista coruñés. Y a ese interés, que lo llevó a estudiar y desentrañar aspectos fundamentales de la obra de Torrente, se uniría poco más tarde, en lo que a los afectos atañe, el nacimiento de una amistad entre ambos autores que no haría sino crecer también sin pausa con el transcurso de los años. Tras el fallecimiento del autor de Don Juan, Molina, tanto desde la dirección del Instituto Cervantes como más tarde desde el Ministerio de Cultura, apoyó de forma decidida -y en no pocos casos promovió directamente- las iniciativas destinadas a lograr situar el legado del novelista ferrolano donde realmente le corresponde: entre los más grandes autores del siglo XX. La presencia de Molina hoy en Ferrol no será sino una muestra más de su personal devoción por la escritura de quien fue, además de uno de sus autores de referencia, su amigo. «Un hombre -dice- que jamás prescindió del horizonte de Ferrol».