«Los chimpancés son casi como humanos»

FERROL

15 sep 2009 . Actualizado a las 15:16 h.

Es la Jane Goodall gallega. Ferrolana de nacimiento, empezó a estudiar Veterinaria en Lugo, pero fue en Madrid, donde cursó los cuatro últimos años de carrera, cuando se interesó por los animales salvajes. El deseo de Rebeca Atencia se cumplió en el Congo, donde dirige el Centro de Recuperación de Chimpancés de Tchimpounga, adscrito al Instituto Jane Goodall, aunque previamente trabajó en el proyecto Help Congo. A su cargo tiene 141 chimpancés. «Son casi como humanos, cuando trabajas con ellos te das cuenta de que son muy próximos a nosotros» admitió ayer en A Coruña, adonde acudió para presentar la campaña de reciclaje de móviles MOBILízate pola selva , una colaboración que el Instituto Jane Goodal lleva a cabo en Galicia en colaboración con la Obra Social de Caixa Galicia y el Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia (Ceida).

A Rebeca Atencia, en ocasiones, le puede la morriña. Le gustaría estar cerca de su familia sin necesidad de sufrir tres días de un agotador viaje para llegar a casa. Pero un impulso más fuerte la ata a África. «Ahora mismo, los chimpancés siguen necesitándome -confiesa-, porque tengo que encontrarles un sitio para reintroducirlos en la selva y que recuperen su libertad».

Una deuda pendiente

Es, insiste, «algo muy fuerte que no se puede explicar con palabras, es como si tuviera una deuda con ellos». Sus 141 criaturas son huérfanos que han llegado al centro porque la progresiva deforestación y pérdida de hábitats ha matado a sus familias. No les quedó espacio para la subsistencia.

Mientras busca una reserva adecuada, alejada de cazadores y de humanos en general, intenta preparar a los simios en Tchimpounga para una futura vida en libertad. Y no solo les cura las heridas físicas, sino también las del alma. «Los chimpancés que llegan al centro -explica- nos vienen con traumas. Tienen miedo a estar solos. Entonces intentamos hacer un poco de psicólogos para quitarles sus traumas, les damos una mamá adoptiva, que es humana, y luego los llevamos a la selva todos los días».

En el contacto diario con los animales es cuando empezó a advertir que, realmente, no lo son tanto, que son casi humanos. «Lo que más me ha impactado -apunta- es su comportamiento en la selva. Los veo como a un hombre primitivo y muchas veces andan a dos pies. Se parecen mucho a nosotros en todos los sentidos: envidias, generosidad, egoísmo...». Solo que son más generosos, y también más tiernos.

Casi humanos, pero son sus parientes los que los han arrinconado con sus actividades hasta casi sentenciarlos a la extinción. Su supervivencia está amenazada por la explotación forestal de la selva, su hábitat. Y España tiene mucha parte de culpa en este letal proceso. «España -subraya Atencia- es el tercer importador del mundo de madera tropical africana. Es decir, estamos colaborando muy activamente en el problema y, muy posiblemente, por desconocimiento del efecto que esto pueda tener». Rebeca sabe de lo que habla. Lo ha vivido de primera mano.