«En torno al marqués de Amboage existe una leyenda negra injusta»

R. L.

FERROL

29 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Juan Burgoa (Ferrol, 1944) acaba de sacar a la luz una biografía del primer marqués de Amboage, Ramón Plá y Monge. Un ensayo que publica la Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia y en cuyas páginas el autor reivindica, más allá del tópico, el altruismo y el carácter profundamente humanitario del benefactor ferrolano por excelencia.

-¿De verdad sabemos quién fue el marqués de Amboage...?

-Creo que ahora podemos decir que sí, aunque queden todavía algunas lagunas sobre su estancia en La Habana. Yo he trabajado sobre todo consultando las fuentes familiares, los archivos históricos de Ferrol y Madrid y, también, las fuentes documentales que se conservan en Cuba.

-Dígame, entonces, ¿quién fue el marqués...?

-El marqués de Amboage fue un emigrante que. tras volver enriquecido de Ultramar, no regresó a Galicia para descansar, sino que quiso continuar creando riqueza con sus negocios en España. En torno a él existe una leyenda negra absolutamente infundada e injusta, que hasta ha llegado a atribuirle vínculos con el tráfico de esclavos. Nada de eso es cierto. El marqués de Amboage fue un hombre que, tras la prematura muerte de su primogénito, consideró que una buena parte de su riqueza, un tercio de su fortuna, debería destinarse a beneficiar a los jóvenes de Ferrol y su comarca, para que no tuviesen que cumplir el muy duro servicio militar de aquellos tiempos de guerras coloniales.

-¿Realmente Ferrol le guarda a Amboage el reconocimiento que merece su generosidad?

-La fundación que creó el marqués ha ido perdiendo, como es lógico, capacidad financiera, pero aun sigue destinando sus recursos a fines sociales. Y la ciudad recuerda al marqués cada 31 de agosto, ante su estatua. Una fecha en la que por la noche se lanzan unos fuegos artificiales que de alguna manera también lo recuerdan a él, porque son herederos de los que culminaban las afamadas fiestas que llevaban su nombre. Pero más allá de todo esto, hoy sería necesario mirar su figura con ojos nuevos, y reconocer su generosidad hacia Ferrol.