Salgado pone contra las cuerdas a la caja gallega para que sea un banco

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Veintiséis días después de otorgarle las ayudas del FROB, el Gobierno convierte en papel mojado los planes de la entidad, que contaron con el visto bueno del Banco de España

25 ene 2011 . Actualizado a las 14:26 h.

El Gobierno desveló ayer sus planes para reforzar la solvencia del sistema financiero español y lo hizo poniendo contra las cuerdas a un sector que representa el 50% del negocio de la banca y endureciendo los requisitos que tendrán que cumplir a nivel de solvencia y capitalización. A través de un real decreto que verá la luz en febrero, el Ministerio de Economía ha colocado entre la espada y la pared a las cajas y deja en una situación muy compleja el futuro de Novacaixagalicia. La entidad, nacida el 1 de diciembre y que hace apenas 20 días recibió 1.162 millones de euros de ayudas del FROB (dinero que tiene que devolverse en cinco años, con un interés inicial del 7,75%), es una de las firmas directamente afectadas por las nuevas condiciones del Gobierno para la recapitalización del sector.

La financiera presenta hoy una ratio core capital (mide el capital y las reservas sobre los activos ponderados por riesgo) en torno al 6%, dos puntos por debajo de lo que reclaman ahora desde la Moncloa. De hecho, ni Caixa Galicia ni Caixanova, por separado, llegaban a ese 8% obligatorio a partir de las próximas semanas. Y subir un solo punto requiere un esfuerzo ímprobo.

El 7,1% en cuatro años

Novacaixagalicia preveía llegar al 7,1% de ese core capital en el 2015. Es decir, también lejos de lo que ahora se presenta como obligatorio por parte del Banco de España y de Economía, que nunca fueron partidarios de la fusión. Esos nuevos requisitos no se contemplaban hasta el 2019, cuando entra en vigor Basilea III, el nuevo ordenamiento financiero para la banca europea.

De hecho, ni ese 8% de capital sería suficiente para Novacaixagalicia. Porque, como ayer apuntó Elena Salgado, aquellas entidades que no cotizan (caso de la caja gallega), que tienen una fuerte dependencia de la financiación exterior (más de un 20% de su activo) o que no cuentan con inversores privados (de nuevo, caso de la entidad gallega), tendrán que presentar un core capital superior a esa cifras, hasta un número aún por determinar.

La decisión del Gobierno pilló por sorpresa a las cajas. A la gallega y al resto. Un dato lo corrobora: en el caso de Novacaixagalicia, los 1.162 millones en ayudas recibidos hace apenas 26 días se fueron a cubrir créditos fallidos y a sanear el balance, afectado por el dinero entrampado en el ladrillo. Era una indicación del Banco de España. No se destinaron esos fondos a reforzar capital porque no se sospechaba que se exigiría un core capital tan fuerte. Se han cambiado las condiciones cuando hace apenas dos meses el regulador aprobó la fusión gallega.

Fue la de Salgado una comparecencia que fuentes financieras aseguran que tenía un único destinatario: los mercados. Porque, a la vez que estos se enteraban, también lo hacían las cajas de ahorros. Estas entidades, puestas en el disparadero por esos mercados, por las agencias de calificación y por medios sociales con amplia influencia, se enteraron del decreto del Gobierno prácticamente a la misma vez que el resto del mundo.

¿Cuánto dinero precisaría ahora la caja gallega para llegar a ese 8%? El dato no se conocerá hasta que se presenten los resultados del 2010, pero analistas internacionales como Nomura o Merrill Lynch estiman una necesidad de entre 2.400 y 3.000 millones.

Fuentes financieras en España creen, en cambio, que esas cifras son muy elevadas. En todo caso, la caja precisaría una cantidad muy elevada ?alrededor de 2.000 millones, según otras voces? que tendría que captar en los mercados en apenas ocho meses. El problema es cómo recaudarlos cuando, a la vez que la caja gallega, otras se lanzarán también a buscar fondos mientras los mercados están secos. Y si no cumple, se verá nacionalizada parcialmente.

A la entidad, que ayer guardó silencio mientras sus órganos directivos analizaban la nueva situación, el Gobierno le marca una senda por la que tendrán que transitar todos: convertirse en un banco.

«Queremos disipar cualquier duda sobre la solvencia del sistema financiero español»

Elena Salgado