Medio millar de edificios en Galicia aprovechan ya el calor de la tierra

Luís Villamor SANTIAGO/LA VOZ.

ECONOMÍA

Instalar energía geotérmica en una casa unifamiliar cuesta unos 20.000 euros

06 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Galicia ha llegado tarde a la energía geotérmica, pero hoy figura a la cabeza del Estado en lo que a instalación de bombas de calor se refiere. Esta modalidad energética empieza a ser considerada cada vez más a la hora de calefactar edificios y viviendas particulares. El Parlamento gallego es un ejemplo de edificio civil que se ha sumado hace unos años a la geotérmica, aunque también algunos particulares han apostado en firme por esta solución para obtener agua caliente y calefacción. En la comunidad gallega se concentran 500 de las 1.300 instalaciones existentes en toda España. Son el 35% del total.

La subida del precio del combustible fósil y el hecho de que la mayoría de los países busquen alternativas para evitar la dependencia del petróleo han hecho que capturar calor de la tierra se empiece a poner de moda. Al menos ya no suena tan raro por estas latitudes. Porque en algunos países centroeuropeos hace cincuenta años que la usan con regularidad.

La eficiencia energética es alta, y la contaminación visual que genera, prácticamente nula, pero los costes de instalación son cuatro veces más elevados que los de un sistema convencional. Con todo, los usuarios de este tipo de energía consultados se muestran satisfechos, y arguyen que en cuatro o cinco años habrán amortizado la inversión.

«Al principio no pensamos en la geotermia, sino en una sala de calderas de gasoil o gas ciudad, pero después barajamos meter una caldera de madera reciclada comprimida, para finalmente decantarnos por la geotérmica, que además no necesitaba llevar chimenea», aseguran Gloria Abalo Velay y Carlos Martínez, que invirtieron unos 20.000 euros para calefactar una vivienda de 250 metros cuadrados.

«Creemos que fue la primera casa con esta instalación en Santiago. Uno de los arquitectos que la hizo era alemán y cuando se lo consultamos, tras sugerencia de nuestro instalador, nos dijo que le parecía extraordinario», asegura Carlos Martínez, quien reconoce que el desembolso inicial es respetable.

Sin mantenimiento

«La ventaja es que no consume ningún tipo de combustible, lo único que hay es un consumo eléctrico muy pequeño de una bomba y de las que distribuyen el agua a otras zonas de la casa», comentan. «Pagamos unos 100 euros al mes por todo, agua caliente y calefacción», subrayan. «Antes teníamos gasoil y propano, que aumentaba el precio exponencialmente, en cambio esta instalación la pones a funcionar y no hay nada que hacer», observan, tras hacer balance de dos años de funcionamiento de su instalación.

En su caso concreto las obras consistieron en dos perforaciones de 185 metros de profundidad en las que se introdujeron 800 metros de tubo por pozo, y un líquido, para aprovechar la temperatura constante de la tierra: unos quince grados que luego se suplementan unos cuantos más.

La obra apenas tiene mantenimiento y la instalación les permite además refrescar la casa en verano. «No hay nada que hacer, la caldera es casi un ordenador, tiene un motor que sube y baja el agua y poco más», concluye Carlos Martínez.

La energía geotérmica también se aplica cada vez más a edificios civiles. Se ha instalado en la biblioteca de la Universidade de Vigo, en varias guarderías y centros de servicios. En el polígono de Costa Vella, en Santiago de Compostela, el edificio Quercus IP está dotado con un sistema de energía geotérmico, que arranca estos días. José María Santalices, arquitecto, y presidente de la división inmobiliaria del Grupo Puentes, asegura que «el frío nos saldrá gratis», aunque por el momento lo único que puede certificar es que el agua sale caliente, porque la instalación está en fase de pruebas. «Tiene una pinta muy buena y la sala de calderas es una cosa muy simple», subraya este arquitecto, que dice recordar de sus años de estudiante que «hay dos manantiales de temperatura constante: el suelo y el océano». En rigor, cree que la apuesta por la geotérmica, en el caso del edificio Quercus IP, «es una cuestión de responsabilidad empresarial».

«El mantenimiento es lo que nos ha llevado a optar por este sistema, porque haga o no haga sol la temperatura es siempre la misma y, además, no es un elemento invasivo como lo son los de las placas solares», sostiene. «Aunque el desembolso inicial es grande, hay ayudas, y tiene la ventaja de que así como en la energía solar hay que reemplazar las placas cada pocos años, aquí hay sistema para cincuenta», concluye Santalices.