De entre todos los sectores productivos, el más castigado por la crisis ha sido el de la construcción. Aunque en el ladrillo el ajuste se produjo con casi un año de antelación al de resto del tejido productivo de la comunidad. Tras crecer más de un 18% en la fase expansiva -que culminó en el 2007 cuando se llegó a los 147.300 empleados-, la ocupación cayó en más de 19.000 empleos en los dos primeros trimestres de la crisis para luego recuperarse gracias al efecto del verano.
Desde Comisiones aseguran que esos 6.000 nuevos empleos generados desde la pasada primavera se explican «en gran parte» por la puesta en marcha del Plan E de estímulo a las obras locales, por lo que aseguran que «haberá que esperar algún tempo para saber se estamos ante unha estabilización no emprego ou é só unha recuperación coxuntural».
Industria auxiliar
Pero la onda expansiva de la crisis del ladrillo se ha dejado sentir también con fuerza en sus industrias auxiliares, como la de la madera (que se dejó en el camino a la cuarta parte de su plantilla total desde el 2007) y la del mueble (cuyo nivel de ocupación se desploma un 30%). Pero no son las únicas. De las diez principales ramas industriales gallegas, solo la alimentación creó empleo pese a la crisis. Las más significativas, como el automóvil, el naval y el textil, han prescindido de cerca de dos de cada diez empleados.
Por último, los servicios y el sector primario son las dos caras más extremas de la crisis del empleo. Si este último continúa inmerso en un proceso de ajuste estructural que lo ha llevado a destruir 18.000 empleos desde el 2006, los servicios se reivindican como el sector más dinámico de la economía gallega y ya representan el 65% del mercado laboral de la comunidad. Es, además, la única actividad en la que el número de ocupados se incrementa desde el 2007, lo que certifica un «proceso de terciarización da actividade», que llega a Galicia «con anos de atraso».