La corrupción y treinta años de derroche ahogan a Grecia

Takis Tsafos

ECONOMÍA

La caja de las pensiones está vacía, el soborno es moneda común en los servicios públicos y el país debe 300.000 millones de euros

13 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«¡Huy!, eso duele». Así comentaba un locutor de radio griego las fuertes medidas de ahorro que se avecinan en el país que más quebraderos está dando a la Unión Europea en las últimas semanas. Para poder mantener más o menos a raya la inmensa deuda de los helenos, cifrada esta semana en 300.000 millones de euros, a los griegos les espera ahora «una tormenta de impuestos y ahorros». Con un endeudamiento estatal del 12,7% del PIB, Grecia viola como ningún otro país de la UE las disposiciones del pacto de estabilidad.

«Lo vamos a conseguir solos», aseguraba esta semana el primer ministro griego Giorgos Papandreu a sus homólogos de la UE. Y para ello se han puesto en marcha unas medidas sin precedentes. Se van congelar los salarios de los funcionarios estatales durante al menos tres años. Por cada 50 funcionarios que se jubilen, serán contratados solo 15 nuevos. Los inmuebles de más de más de 200 metros cuadrados se gravarán con una tasa extraordinaria. Además, se aumentarán drásticamente los impuestos para el tabaco, las bebidas alcohólicas y el carburante. «La cosa estaba podrida y era falsa desde el principio», comenta el experto fiscal Nikolaos Wroussis, para quien los gobernantes de Grecia han conducido al país paso a paso hasta el precipicio de la bancarrota.

Entrada en la UE en 1981

Ya antes de la entrada del país en la UE, en 1981, los Gobiernos tomaron prestado dinero de la caja de las pensiones sin devolverlo de forma ordenada. De esta forma financiaron infraestructuras del país. Ahora, las cajas de las pensiones están vacías y Atenas tiene que pedir dinero prestado para pagar a los jubilados. «Esa es una de las razones del inmenso déficit», apunta Wroussis.

Luego llegó la entrada del país en la UE y una lluvia de millones en forma de subvenciones cayó sobre el pequeño país mediterráneo. Pero ese dinero no fue a parar a inversiones de cara al futuro, sino que se transformó en subvenciones para el consumo directo a agricultores o se empleó para pagar a los funcionarios.

A todo esto se suma una corrupción jamás vista en el país. Lo peor es que el soborno es omnipresente: el que quiera ser operado en un hospital estatal tiene que contar con que tendrá que pagar una cierta suma a los médicos, pues, de otra forma, tendrá que esperar durante meses en la cola.

Cuando el médico a su vez lleva el coche a reparar, entonces es considerado un cliente rico y paga por lo tanto una reparación más cara. Ambos, tanto el médico como el propietario del garaje, no pagan impuestos y el Estado pide más créditos para sufragar los hospitales. «Tenemos que combatir la corrupción o acabará con nosotros», dijo el primer ministro Giorgos Papandreu en una declaración televisada.

Y al mismo tiempo aumenta el enfado de las generaciones que vienen, pues uno de cada cuatro jóvenes no tiene trabajo. Y el que tiene un puesto trabajo gana en su mayoría unos 700 euros, por lo que aquellos que quieren tener familia propia siguen soñando con ella.