«Aquí hay trabajo seguro y se cobra más, por eso venimos»

Miguel Á. Rodríguez

ECONOMÍA

Los peones portugueses cobran entre 500 y 900 euros en su país, mientras en Galicia les pagan entre 1.000 y 1.400

16 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A Carlos Silva le suena el despertador a las cinco menos cuarto de la madrugada en su domicilio de Barcelos (Portugal), a 87 kilómetros de Tui. Sin demasiado tiempo para despedirse de su mujer y sus dos hijos, se despereza y sube a la carrinha , una furgoneta en la que, a diario, recoge a otros cinco peones de la construcción en el propio Barcelos y en Viana do Castelo. El destino de los seis es Vigo. Su patrón, portugués como tantos otros, les consigue trabajo en la construcción, pero lo hace mediante subcontratas con empresas españolas. Para ellos, el Plan E es una puerta abierta al empleo.

«El paro en el sector del ladrillo es mucho peor en Portugal que en España; aquí hay trabajo seguro y se cobra más, por eso venimos», relata Jaime Estévez, otro de los obreros lusos que a diario acude a Vigo desde su domicilio en Viana. «En mi país ahora no hay obras y si encuentras un empleo, como mucho, cobras entre 500 y 900 euros». Frente a esta realidad, la nómina de Carlos y de Jaime en Galicia supera los 1.400 euros. El patrón les paga aparte el combustible para sus desplazamientos y la comida en cada jornada de trabajo.

«Terminamos a las siete de la tarde -comenta Carlos-, y llegamos hacia las nueve de la noche, que en Portugal son todavía las ocho. Así de lunes a jueves, porque los viernes acabamos la jornada una hora antes».

La «dureza» del trabajo a cien kilómetros es relativa. Jaime ironiza sobre ello: «Llevo tres años trabajando más en España que en mi país. Estuve en Bilbao, en obras de mejora del metro, y también en Madrid, en la modernización y ampliación de la red de gas. Y en Madrid conocí a mucha gente que también vivía a casi 100 kilómetros de la capital y se desplazaba todos los días».

La pasada semana terminaron su labor en la rehabilitación de la viguesa calle Baiona, un proyecto de casi dos millones de euros en el que trabajaron durante los últimos tres meses. ¿Y ahora al paro? «¡No!», contestan a dúo Jaime y Carlos, «terminamos un jueves y el lunes empezaremos en otra obra de Vigo que ya tiene contratada el patrón».

Sobre la «convivencia» con los operarios españoles no tienen quejas, sino elogios. «Los compañeros gallegos son muy buenos -dice Jaime-, y estoy seguro de que en Portugal ocurriría lo mismo con peones españoles, vivimos a pocos kilómetros y aunque seamos de países distintos los problemas para trabajar son idénticos».

Estévez tiene dos hijos, «uno ya es profesor», dice orgulloso; pero pese a que ronda los 57 años lo de prejubilarse o dejar de trabajar en la construcción ni se le pasa por la cabeza. «Soy lo que soy y a todos nos hace falta el dinero», sentencia.