Galicia explota el turismo de rastro y capacho

G.?L.

ECONOMÍA

Rutas marisqueras, barcos museo, visitas a las lonjas... Cofradías de pescadores y agrupaciones ?de mariscadores gallegas sacan partido cada verano a su particular alternativa al clásico sol y playa

23 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Pocos turistas pudieron tumbarse este julio en las playas gallegas a causa del mal tiempo. Algunos optaron por quedarse cerca, en alguna de las múltiples actividades organizadas por las cofradías de pescadores y las asociaciones de mariscadores para lograr unos ingresos extras y, de paso, enseñar a los turistas la verdadera cara del trabajo en el mar.

1

Lecciones prácticas de marisqueo en Arousa. Desde la playa fluvial de Bamio (Vilagarcía) parte la excursión Lombos do Ulla de Carril, una expedición que guían y en la que aleccionan las propias mariscadoras, pertrechadas con sus únicas herramientas imprescindibles: el rastro y el capacho.

Con las calzas puestas y el chaleco, la expedición emprende la marcha, a un paso tranquilo, hasta cerca de la isla de Cortegada. Un paseo largo, amenizado por las anécdotas de las mariscadoras. Son ellas las que muestran la técnica a los turistas, que intentan enseguida seguir el ejemplo. Parecía más sencillo. El berberecho predomina sobre la almeja en la pequeña recolecta. La experiencia les sirve a los foráneos para aprender a diferenciar las distintas variedades de almeja. Aunque hay días, como este, en que no hay ni rastro de la babosa, la autóctona de Carril.

La del Ulla no es la única opción para practicar el turismo marisquero en Arousa. Bajo el programa Pescanatur, la cofradía de O Grove, en colaboración con las de Pontevedra y Cangas, desarrolla visitas guiadas al puerto y viajes a bordo de pesqueros para observar de cerca el trabajo de los marineros. Por otra parte, en Cambados, la asociación Guimatur también ofrece la oportunidad de participar en rutas por los bancos marisqueros de la localidad.

2

Aprendiendo cómo se subasta el pescado en Fisterra. Tras años zigzagueando entre las cajas de pescado y marisco, los turistas que hoy visitan la lonja de Fisterra ya no entorpecen la subasta. En diciembre del 2007, la cofradía estrenó la nueva ruta, una de las pocas de Galicia adaptada a visitantes. Desde una pasarela, estos pueden observar la puja sin perder detalle, aunque sin tomar parte en ella. «Cada día do verán poden pasar por aquí cerca de 200 persoas», señala el patrón mayor, José Manuel Fernández. Para entrar, los visitantes deberán abonar un euro, el mismo precio que cuesta la entrada al castillo de San Carlos, reconvertido en museo del mar, con paneles informativos sobre las principales especies pesqueras de la zona y muestras de los aparejos con los que se capturan. Fernández señala, no obstante, que se trata de un precio simbólico que no cubre los gastos que le genera al pósito la contratación de los tres guías que tienen en nómina.

3

Paseando entre bateas en Moaña. En solo dos semanas, más de doscientos turistas han podido conocer cómo es el proceso de cultivo y extracción del mejillón en la ría de Vigo desde los barcos que trabajan en las bateas. El Concello de Moaña y la cofradía de mejilloneros promueven estas visitas gratuitas dentro de la Semana do Mar, consiguiendo cubrir todas las plazas que se ofrecían.

La propia tripulación del barco es la que se encarga de las explicaciones mientras los turistas pueden ver cómo trabajan los mejilloneros en la zona en la extracción. Uno de los aspectos que más sorprende a los visitantes es que los bivalvos se peguen a las cuerdas de las bateas. Los marineros les explican que son las huevas, que se desprenden al mar, y se adhieren a todo lo que encuentran. Al colocar un colector a escasos metros de donde ya hay ejemplares adultos, está garantizado que las crías caigan en las cuerdas.

Entre los participantes en esta atracción destacan los turistas nacionales, la mayoría de zonas del interior, aunque también se han interesado antiguos mejilloneros de la comarca, que aprovecharon las visitas para comprobar cómo las nuevas tecnologías han cambiado su oficio.

4

El museo flotante de la costera. En Burela, los visitantes tienen durante todos los días del verano la posibilidad de visitar un antiguo bonitero amarrado en el muelle burelense, el Reina del Carmen, con bandera azul desde el 2002. Una vez subidos al buque, durante una visita de unos 45 minutos, dos guías explican a los visitantes todos los utensilios -redes, cañas o boyas- que se emplean, así como las anécdotas de la vida y el trabajo que desarrollan los marineros durante una costera. Julio Pernas, uno de los guías, comenta que habitualmente también se ven obligados a explicar los distintos estilos que hay de capturar el bonito, desde los andaluces que lo hacen con almadrabas, pasando por las cañas de los vascos y, finalmente, el tradicional curricán de los gallegos.

5

La plaza de Lugo, meca de los compradores. Al igual que lo hacen cientos de turistas al día, Abel Horcajada se acercó hasta el mercado coruñés de la plaza de Lugo, lugar de visita recomendado por oficinas de información al turista y guías de viajes. Allí, este madrileño paseó entre los puestos de pescado y marisco maravillado ante el «espectáculo» lleno de color al que estaba asistiendo. «Amante de A Coruña», asegura que la calidad del producto es «impresionante». «Este marisco es de foto».