La escalada del petróleo amenaza con cercenar los brotes verdes

ECONOMÍA

03 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Algo más de un año después de alcanzar niveles nunca antes vistos, el petróleo vuelve a ser fuente de preocupación para Gobiernos y analistas, que temen que su escalada acabe dando al traste con la ansiada recuperación mundial.

El brent se paga ahora un 51,4% más barato que entonces pero, solo en lo que va de año, se ha encarecido la friolera de un 57%. Y lo ha hecho en plena furia de la recesión económica, lo que confunde todavía más a los expertos, para algunos de los cuales los bandazos protagonizados por el crudo en el último año y medio son algo casi inédito. De hecho, recuerdan que habría que remontarse a las crisis energéticas de finales de los setenta y comienzos de los ochenta para asistir a una volatilidad semejante.

El 11 de julio del 2008, el oro negro perforó el nivel de los 147 dólares; en diciembre, cuando los motores de la economía mundial comenzaron a fallar se desplomó por debajo de los 37; y ahora se mueve en el entorno de los 70, impulsado para unos por los todavía nada más que atisbos de mejora de la situación económica y para otros por el simple resurgir de la misma fiebre especuladora que hace un año acabó haciendo verdaderos estragos en los mercados de materias primas.

La subida proseguirá

Pero, al margen de las discusiones sobre las causas de tan insólito comportamiento, en lo que están de acuerdo todos los expertos es en que la subida del crudo tiene visos de continuar. De hecho, muchos de los factores -y no solo la especulación- que alimentaron el fuego de los máximos históricos del año pasado han regresado a las mesas de operaciones (la violencia en el delta del Níger y la preocupación en torno a Irán son dos buenos ejemplos de los condicionantes internacionales que están meciendo los precios del crudo).

De ser así -hay analistas que hablan ya de un barril a 85 dólares a finales de este año y a 100 a finales del que viene-, pintan bastos para la incipiente recuperación. Y es que la escalada del oro negro tiene repercusiones en todos los rincones de la economía.

En circunstancias normales, un petróleo excesivamente caro se traduce en una mayor inflación; para frenarla, los bancos centrales elevan los tipos de interés. Condicionadas por ese encarecimiento del nivel de vida, las familias levantan el pie del acelerador del gasto; con la reducción del consumo, los beneficios empresariales se resienten; con menos ingresos, las compañías invierten menos y recurren a los despidos; el paro se incrementa...

Ahora, además, llovería sobre mojado. Los hogares, atenazados ya por la caída del precio de la vivienda, la sangría del desempleo y la poca o nula disposición de la banca a reabrir el grifo del crédito, sumarían a sus preocupaciones la del incremento de los precios de la energía. Una razón más para vigilar su gasto, fundamental para engrasar la maquinaria económica y que esta vuelva a funcionar a pleno rendimiento. Sobre todo en la primera economía del mundo, la estadounidense, donde el consumo de las familias representa dos terceras partes de su producto interior bruto (PIB).

Gasolina más cara

De momento, y para ir abriendo boca, la última subida del crudo ya ha dejado huella en los bolsillos de los protagonistas de la operación salida de agosto, que han tenido que pagar más por la gasolina a las puertas de sus vacaciones. Y eso sin contar que los carburantes se han encarecido una media del 20% en lo que va de año.

En el lado empresarial -el sector industrial depende en gran medida del petróleo para funcionar-, los beneficios, ya bastante vapuleados por la crisis, también se resentirían por el alza.

Y, por su parte, a los bancos centrales la inflación los colocaría cuanto menos en una situación incómoda. Un rebrote de la inflación reduciría considerablemente su margen de maniobra en la adopción de medidas para apagar el fuego de la recesión.

Miedo a la inflación

Con todo, y aunque pueda parecer paradójico, el miedo a la inflación es precisamente uno de los factores que más están contribuyendo a sustentar el repunte de las materias primas. Con la amenaza de una fuerte subida de los precios planeando sobre sus cabezas, los inversores optan por poner su dinero a salvo de una pérdida de valor, colocándolo en activos considerados refugio.

Pero, como todo, el repunte del crudo tiene también su lectura en positivo, ya que desaparece el riesgo de la temida deflación. Además, los países productores y exportadores conseguirán una importante remesa de divisas que bien puede acabar financiando los abrumadores déficits contraídos por la mayoría de los Gobiernos para hacer frente a la crisis.