La crisis golpea Vigo con la fuga de cuatro multinacionales

ECONOMÍA

29 ene 2009 . Actualizado a las 11:33 h.

La industria del automóvil se ha convertido en la principal víctima de una crisis que azota con especial virulencia el área de Vigo. Desde que el pasado mes de septiembre la burbuja de la automoción empezó a desinflarse, el fantasma de la deslocalización, que durante años había pasado de largo en la comarca gracias a la pujanza de PSA Peugeot Citroën, se ha posado ya sobre tres multinacionales de componentes, Valeo, Draka Cables y Prevent, que dejan en la calle a 400 trabajadores. Lo peor es que la amenaza de fuga extiende ahora sus garras a otros sectores, como el farmacéutico, en el que la primera en abandonar el frente será la anglosueca Astrazéneca, a cuyos 113 trabajadores solo les queda la difusa esperanza de que aparezca un comprador antes de mañana que salve sus puestos. La caída de la producción de Citroën (un 20% en el 2008 y un 30% más previsto para el 2009) no explica por sí sola la huida de tres multinacionales en poco más de seis meses. Pese a todo, Prevent Vigo (60% de capital esloveno y 40% alemán) cerrará mañana definitivamente las puertas de su factoría de Mos, y enviará al paro a 150 trabajadores (el 90%, mujeres), previa indemnización de dos millones de euros en total (47 días por año trabajado). La firma, que en un principio dijo que se trasladaba a Marruecos, argumenta ahora que la producción de fundas de asientos para los coches de Citroën se desviará a una planta en Bosnia, pero, en cualquier caso, los motivos son los mismos: ahorro de costes gracias a una mano de obra y una logística hasta cinco veces más barata. Cuestión de costes Durante esta semana, los camiones han estado cargando telas para el nuevo destino de Prevent, pero la agonía del cierre es larga. Pese a saber que están despedidos, los trabajadores seguían cosiendo ayer a pleno rendimiento, porque lo que nunca ha podido argumentar la multinacional es que falte carga de trabajo en la planta gallega. «¿Qué ambiente hay en la fábrica? Malo, la verdad, bastante malo, porque además es probable que se tengamos que quedarnos algún día más para terminar el pedido y recoger, y nadie quiere», afirma Leila Piñeiro, trabajadora de Prevent. Está casada, tiene una hija y su marido está empleado en Gestamp, proveedor de la automoción que también se encuentra afectado por un expediente de regulación de empleo. Mañana firmará el finiquito, junto con el resto de sus compañeros. A partir de ese momento, engrosará las listas del paro y comenzará a buscar una alternativa. «El textil está muy mal, Treves y Unitexga (otros dos proveedores) están bajo mínimos. Yo antes fui auxiliar de enfermería, e intentaré buscar algo», afirma. Unos meses antes que Prevent, la fábrica que la multinacional francesa Valeo poseía en O Porriño fue vendida a dos empresas del sector de la automoción, Cablerías Auto y Talleres Viza, el pasado verano. La primera sociedad se quedó con un planta de la antigua Valeo y 92 de sus empleados. La Xunta de Galicia participó en la operación de compraventa y aportó el 10% del capital para forzar un compromiso para mantener el empleo. El deseado plan de viabilidad no llegó, pero sí un ERE de extinción. Finiquitos en cadena Tras Valeo se fue Draka Cables. Apenas llevaba una década operativa. Entró en Galicia a mediados de los noventa tras adquirir Cablerías Eléctricas de Galicia (Cegalsa), fundada por Manuel Rodríguez, presidente de Rodman Polyships. La holandesa especializó la planta de Mos en cables para la automoción. Sus tres principales clientes, todos auxiliares de la automoción, se han deslocalizado o atravesado crisis de subsistencia. La firma Lear se fue a Polonia y pasó a surtirse en la planta de Draka en Chequia. Y la japonesa Yazaki, asentada en Portugal y proveedora directa de Citroën, anunció hace pocos días el cierre de su planta en Ovar, a 290 kilómetros, en el norte de Portugal, y su posible traslado al norte de África. Así las cosas, en noviembre firmó el finiquito de la plantilla, un centenar de trabajadores. En este escenario de deslocalizaciones en cadena, queda en suspense si Astrazéneca encontrará un comprador para la planta de O Porriño, en la que trabajan en este momento 113 personas, antes del 31 de enero, fecha límite autoimpuesta por el laboratorio anglosueco para iniciar el proceso de venta o de liquidación. Astrazéneca argumenta que precisaba una reorganización de sus plantas, que conllevaba, en el caso de O Porriño, la búsqueda de un comprador o su disolución.