Malo no, peor. Tras un expansivo año 2007, seguramente el mejor de los últimos tres lustros, las empresas industriales arrastran un ejercicio para olvidar. Su resultado ordinario neto, la última línea de sus cuentas antes de extraordinarios, había caído a 30 de septiembre el 40,7%, debido al menor dinamismo de la actividad y al fuerte crecimiento de la carga financiera. Estos primeros datos proceden de las compañías que colaboran con la Central de Balances del Banco de España. Revelan que el valor añadido del conjunto de las empresas industriales retrocedió el 6%, un profundo ajuste que se ha reflejado en la mayor parte de los subsectores.
Por primera vez desde 1996, el coste de la financiación ajena superó a la rentabilidad del activo, alcanzando un diferencial de 0,9 puntos. Se explica, con ello, la debilidad de la inversión, en un panorama severamente afectado por la evolución de la economía mundial.