El litro de gasoil, el combustible de mayor demanda, se ha situado por debajo del euro en la comunidad gallega por vez primera desde el mes de agosto del año 2007. Gran parte de los surtidores de la comunidad autónoma lo comercializaban ayer a 0,97 euros, tres céntimos por debajo del precio que marcaba la semana pasada y 33 por debajo del valor de venta -que fue el máximo histórico- que alcanzó el pasado verano. Con este descenso, las petroleras dejan el gasoil en el nivel demandado por camioneros y asociaciones de consumidores. Pero algunos operadores minoristas entienden que la fuerte caída experimentada por el petróleo da margen para que el litro que alimenta los motores diésel caiga entre tres y cuatro céntimos de euro más.
Pese al descenso del gasoil, los gallegos siguen pagándolo dos céntimos más caro que sus vecinos leoneses y zamoranos; ayer se comercializaba en esa provincia a 0,94 el litro. Es una diferencia que las petroleras atribuyen al céntimo sanitario, el tramo autonómico del impuesto de hidrocarburos que sirve para financiar servicios sociales. Los transportistas denuncian que la existencia de ese tributo en Galicia no justifica una brecha de dos céntimos porque aquí se aplica al gasoil el gravamen mínimo (0,012 euros el litro).
La espectacular caída en la cotización del crudo también ha provocado un descenso en picado del precio de la gasolina de 95 octanos. Ayer se vendía en las estaciones de servicio gallegas a 0,91 euros -el precio más bajo en dos años-, 0,04 euros menos que la semana pasada. Los conductores que utilizan este combustible lo pagaban el pasado julio a 1,30 euros, es decir, cuarenta céntimos más caro. «Con los actuales precios en surtidor puede decirse que se ha aplicado la bajada del crudo, pero esta es siempre mucho más lenta que las subidas», denuncia la Asociación de Consumidores de Galicia. Los descensos aplicados a los valores de venta tendrán un reflejo en la inflación gallega, una comunidad en la que Repsol y Cepsa dominan el 75% del mercado y en la que apenas existe competencia de precios. Las trabas burocráticas de los ayuntamientos y los límites a la expansión de las grandes superficies impiden que aparezcan estaciones de servicio en los híper, la gran baza para ofertar gasolinas más baratas.