Escandinavia empieza a dudar de los beneficios de la energía eólica

K .N.

ECONOMÍA

Galicia asumirá la mitad de los aerogeneradores que se instalen en España en los próximos dos años

20 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La energía eólica parece haberse convertido en la gran coartada para el desarrollo energético mundial. Ante el irrefrenable proceso de sequía petrolífera, los Gobiernos se las ingenian para romper la dependencia con los países exportadores. Así, el viento ha golpeado con fuerza en las cajas nacionales: los aerogeneradores proliferan, las empresas que los crean se enriquecen y dan empleo, y, según parece, también es bueno para la vida planetaria.

España será el país de la Unión Europea que más potencia eólica desarrolle en los próximos dos años tras anunciar que construirá parques de aerogeneradores con una capacidad de 4.800 nuevos megavatios. La mitad se instalarán en Galicia. Más de 2.300 megavatios se desplegarán por la costa, convirtiéndose en la sexta potencia eólica mundial, solo por detrás de EE.?UU., la India, Alemania, España y Dinamarca. Por otra parte, Escandinavia siempre se ha postulado como el adalid del equilibrio ecológico. Suecia ya se topó con los peligros energéticos hace tiempo. Fue el primer país que alertó de la catástrofe de Chernóbil, que el Gobierno ruso ocultó durante tres días. Pero la fijación viene de tiempo atrás. Por eso sorprende que sea ahora cuando, mientras miles de kilovatios son generados gracias al viento, se ponga en duda el proceso. Muchos creen que plantar un aerogenerador es una imperdonable puñalada al entorno y a su fauna. Ahora prima el paisaje.

El ejemplo de Lillgrund

Dinamarca posee una historia larga de energía eólica. El campo de turbinas de viento se ha desarrollado rápido en el país desde los años ochenta y, en particular, en la última década. Dinamarca ideó además el primer parque energético fuera de sus costas, en Vindeby, en 1991. En la actualidad, el Gobierno mantiene ocho polígonos a cierta distancia del litoral con una capacidad de 423 megavatios. La amplitud total es de 3.135 megavatios, por lo que supera en casi el 20% la electricidad producida en el país.

Una de las grandes obras de ingeniería eólica del ideario escandinavo se extiende cerca del puente que une Dinamarca y Suecia. Los aviones que rasean Copenhague y los vehículos que cruzan el gran canal de Öresund descubren entre un mar en calma una hilera de gigantes con aspas. El parque de Lillgrund se extiende a 10 kilómetros de la costa, a través de 48 turbinas, de 110 metros cada una, que producen energía para 60.000 casas. El proyecto se concluyó a final del 2007.

Las autoridades aseguran que el impacto en la fauna y flora de esta entrada al Báltico es mínimo, y en Malmö, la ciudad sueca más próxima al parque, no están demasiado preocupados por ello. «Apostamos por la energía eólica. En nuestra ciudad se crea buena parte de la energía de toda Suecia. No creo que las turbinas vayan a producir un gran efecto en el entorno», explica Anders Rubin, responsable del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Malmö. Sin embargo, los ciudadanos de Vellinge presentaron una gran oposición al proyecto de Lillgrund. «Las características del paisaje van a dar lugar a un panorama industrializado sin sentido», decía un lector en el diario local antes de que la empresa promotora, la compañía pública Vattenfall, ejecutase la obra. Al final, como dijo el periodista Jan-Olof Bengtsson, Goliat ganó «como era esperado». Mientras, el movimiento crítico Vi siger nej (Decimos no) sigue sumando apoyos.