La historia oculta del Pazo de Oca

Rocío García Martínez
Rocío García A ESTRADA |

DEZA

El palacio más emblemático de A Estrada tiene dicho popular propio, reflejo en el escudo local y un grabado aconsejando ampliar el edificio al que nadie hizo caso

13 nov 2010 . Actualizado a las 11:15 h.

El Pazo de Oca no solo tiene unos jardines de película y el trillado apelativo de «el Versalles gallego» como santo y seña. Encierra además una rica historia nobiliaria y un montón de anécdotas que el investigador estradense Luis Ferro Pego se ha molestado en recuperar para la historia local. Luis Ferro lleva años sacándole jugo a los escudos de los pazos y casas solariegas de la comarca. Ayer, en el Recreo Cultural ofreció una charla sobre los que encierran los muros del palacio estradense. La conferencia se centró en los linajes, pero aportó además varias curiosidades y anécdotas que engancharon al auditorio.

« Cando no Pazo de Oca/ á tardiña o sol fachea/ parece un navío de ouro/ calá no lonxe fondea ». El dicho popular aparece recogido en la enciclopédica obra de Manuel Reimóndez Portela A Estrada Rural y es solo un ejemplo del enraizamiento del edificio en la cultura local. El «navío» al que hace referencia el dicho no es otro que la barcaza que preside el estanque más fotogénico de todo el entorno palaciego. Al palacio hay también una alusión directa en la torre que aparece en el escudo estradense y hay que reconocerle el mérito de ser el telón de fondo elegido para las fotos nupciales de media Estrada. Desde hace algún tiempo el Pazo de Oca alquila además uno de sus salones nobles para la celebración de banquetes.

Otra de las facetas más públicas del palacio es la de escenario cinematográfico. Este mismo verano el director Pedro Almodóvar dirigió a Antonio Banderas y a Elena Anaya en el rodaje de algunas de las escenas de su próxima película, La piel que habito . El despliegue de producción revolucionó a la aldea de Oca como ya lo habían hecho antes los rodajes de Sonatas o La casa de la Troya .

Consejo desoído

Lo que menos conoce el gran público son otras anécdotas en torno al pazo, como el consejo de uno de los propietarios desoído por su descendencia. El Pazo se levanta sobre una antigua fortaleza medieval de los señores de Oca que pasó a manos del Arzobispado de Santiago y en 1564 fue devuelto por el Papa al rey Felipe II. Éste lo vendió el 15 de noviembre de 1586 a María de Neira por 195.775 maravedíes.

A Andrés Gayoso Ozores se le atribuye -según Luis Ferro- el levantamiento en torno a 1.735 de la característica torre almenada del pazo-fortaleza y la parte del edificio adosada a esta. En la torre colocó como testimonio dos escudos con sus armas y las de su mujer, Constanza Arias de Ulloa Lemos. El hijo de esta pareja, Fernando Gayoso Ozores y Sotomayor, fue quien ordenó trazar los jardines y levantar la capilla, con dos escudos idénticos conjugando sus armas con las de su mujer -María Josefa de los Covos Bolaño-. La galería, la cocina, los dormitorios y toda el ala sur del eficio en general corresponden a esta etapa constructiva.

Presumiendo de inversión

En su testamento, Fernando Gayoso presumía de haber gastado 1.600 ducados en las obras del Pazo de Oca. La cantidad es más que respetable para la época. Orgulloso de los resultados, Fernando Gayoso quiso que sus sucesores continuasen engrandeciendo el conjunto palaciego. Dejó constancia de ello haciendo grabar al final de la última de las alas del edificio una mano con el dedo índice señalando al frente junto con la leyenda «Prosiga». No hubo suerte. Sus sucesores hicieron oídos sordos hasta hoy. Domingo Gayoso de los Cobos heredó el complejo y un montón de títulos que pasó a su hijo Joaquín Gayoso. De ahí el pazo pasó a manos de su sobrina Encarnación Gayoso y de ésta a Francisca Borja de Sevilla. La sobrina de ésta, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, es la actual duquesa de Medinaceli. En 1978 creó la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, que gestiona la propiedad estradense.

Su hijo Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, Duque de Segorbe, -hermano del Duque de Feria-, es quien más se deja ver por el pazo. Un par de veces al año se aloja en él. En esos días, en el exterior del edificio lucen los pendones y ondean las banderas.