Finaliza la misión apostólica de la Fraternidad en Lalín

Amelia Ferreiroa

DEZA

Las monjas llevaban colaborando en las actividades parroquiales dieciséis años

16 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Se llaman María Jesús, Ana, Tara, Nieves, Aurelia, Luisa, Edurne y Paola. Son hermanas pertenecientes a la congregación Fraternidad Reparadora Apostólica en el Corazón de Cristo Sacerdote y estuvieron en Lalín, a donde llegaron hace casi dieciséis años, para colaborar en todas aquellas actividades que se pusieran en marcha desde la parroquia.

La congregación fue fundada por el Padre jesuita Luis María Mendizábal en Toledo en el año 1977. La Casa Madre se encuentra en Oropesa (Toledo) pero en la actualidad las ramas de la congregación están por buena parte del territorio español. Las hermanas centran su labor apostólica en la adoración al Santísimo Sacramento y, así lo hicieron durante su estancia en Lalín. Ellas trajeron la Adoración Eucarística y exposición del Santísimo en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores todos los días por la mañana. Dieciséis años que emplearon en visitar a los enfermos, ofrecerles compañía e incluso llevarles la comunión después de que el cura párroco Manuel Salgado, les hubiese confesado. De dos en dos llegaron las Hermanas a Lalín encargándose de las catequesis de niños y jóvenes -junto a un grupo de seglares que también imparten habitualmente dichas enseñanzas-.

Caras amables, gentiles y sonrientes que formaban parte de la vida diaria del pueblo que se han despedido con gran sigilo de los feligreses. Así lo dicta su congregación: paz, tranquilidad y austeridad. Son monjas cuya vida apostólica es itinerante, y no suelen permanecer mucho tiempo en un mismo lugar. Es más, su trabajo se desarrolla fundamentalmente en pueblos pequeños, con pocos habitantes, de ahí que la larga permanencia de hermanas de la Fraternidad Reparadora Apostólica en el Corazón de Cristo Sacerdote en la capital dezana haya sido un caso de lo más excepcional. Habitualmente una vez realizada la colaboración pertinente en las parroquias, y hallados un grupo de seglares dispuestos a seguir con la labor apostólica, las monjas inician una nueva andadura que las lleva a otro pueblo gallego o del territorio español.

Las monjas de la Fraternidad dejaron -tras su estancia en Lalín- una gran riqueza y una magnífica enseñanza, a juicio de alguna catequista. Ahora, matiza, habrá que continuar la senda de sus enseñanzas, colaborando en todo lo que se pueda con el cura párroco.

Las Hermanas de la Fraternidad son también conocidas como las monjas azules, por el color con el que visten y se caracterizan por el servicio a los demás y por la austeridad que marca su rumbo de vida. Viven de la caridad del pueblo, lejos de cualquier símbolo de ostentación o de lujo. Primero en Lalín de Arriba y posteriormente en la calle José Antonio de Lalín encontraron un techo bajo el que guarecerse, el cariño de todo un pueblo, la sonrisa de niños y mayores ante su llegada. Sus voces ya comienzan a echarse de menos en Lalín.