El Ciudad Real se corona en Vigo

Juan Villar VIGO/LA VOZ.

DEPORTES

Los manchegos superaron en una final de alternativas a un Barcelona que no supo jugar los minutos decisivos.

20 dic 2010 . Actualizado a las 02:43 h.

La final galáctica entre el Barcelona y el Ciudad Real en busca de la Copa Asobal no decepcionó. Tuvo alternativas en el marcador, acciones brillantes e intensidad en un duelo que no se decidió hasta los tres últimos minutos, en los que los manchegos fueron mejores y se coronaron con su sexto título de esta competición, igualando así los que tenía su rival de ayer.

El equipo de Talant Dujshebaev entró como un ciclón en el partido con un parcial de 0-3 en apenas dos minutos de juego. Fue Dani Sarmiento el encargado de cortar la sangría de los azulgrana. El central se convertiría en el mejor jugador del partido con sus ocho tantos, que al final no le sirvieron a su equipo para conseguir la victoria.

Con Saric infranqueable en el primer tiempo, en el que hizo nueve paradas, incluidos dos penaltis y una defensa muy intensa, el Barcelona le dio la vuelta al partido y llegó a ponerse cuatro goles arriba en varias ocasiones.

Pero los de Pasqui no supieron gestionar los finales de las dos mitades y ahí estuvo su tumba. En el último minuto del primer tiempo los catalanes estropearon su ventaja cuando estaban en superioridad numérica, al encontrarse con dos paradas de Hombrados y una contra final de Kallman que permitió al Ciudad Real llegar al descanso solo dos goles abajo (14-16).

En la segunda mitad los machegos salieron igual de inspirados que al principio del partido y en apenas cuatro minutos se pusieron por delante con un parcial de 1-4 (17-18).

Los lanzamientos de primera línea de Guardiola y Chema Rodríguez, además de las apariciones de Julen Aguinagalde hicieron mucho daño a una defensa azulgrana mucho más apagada y que recibió la friolera de 16 goles en veinte minutos.

El Barcelona consiguió llegar con vida a los minutos finales tras recortar un 25-30 con un parcial de 4-0, pero de nuevo en superioridad numérica cometió errores, mientras Aguinagalde y Cañellas sentenciaron.