El jefe de filas de Saxo Bank sacó tiempo a otros favoritos y el tejano perdió 11.45 después de tres caídas
12 jul 2010 . Actualizado a las 14:18 h.Morzine es uno de esos lugares paradisíacos en los que se esconden muchos dramas deportivos. Ayer allí la moneda del Tour cayó de sonriente cara para Andy Schleck, que dejó atrás a Alberto Contador y al resto de favoritos y conquistó la etapa. Y para Cadel Evans, que se enfundó el amarillo. Fue cruz para Lance Armstrong, que sufrió tres caídas y perdió casi doce minutos, y para Samuel Sánchez, que rozó la victoria. Cuando faltaba menos de kilómetro y medio para la meta, respondió al segundo ataque del luxemburgués. Pero el asturiano se precipitó, entró al relevo con el corredor del Saxo Bank en una llegada que parecía propicia para él y, cuando quiso darse cuenta, había perdido el triunfo. Morzine es uno de esos sitios que parecen marcados del Tour. Mientras Andy Schleck dejaba clavado a Contador muy cerca de la meta para ganar la etapa y el líder de Astana tenía que seguir la rueda de Gesink para mitigar su pérdida de segundos, que finalmente solo fueron diez, Armstrong se derrumbaba. El heptacampeón se quedó sin posibilidades de acceder al podio del Tour en un día penoso, en el que tuvo tres caídas. Físicamente está muy lejos del corredor que era. En su despedida de la grande boucle no podrá ver los Campos Elíseos subido en el podio final de París. Su adiós será más cruel de lo que parecía. Dos ataques Si Contador pretendía pasar algún tipo de factura, tampoco escogió el mejor día. Andy Schleck le atacó dos veces. En el primer ataque, el madrileño soportó el latigazo. Al segundo, ni salió. El líder del Astana, al igual que Cadel Evans y Andy Schleck, tienen la carrera muy abierta, con catorce corredores a menos de dos minutos. De Morzine quedará el tirón del luxemburgués, pero sobre todo permanecerá la cara de Armstrong perdido entre montañas y besando el suelo repetidamente, con la parte izquierda de su cuerpo erosionada. Todos ellos podrán descansar durante la jornada de hoy para afrontar mañana una etapa de media montaña, sin final en alto, pero traicionera después de un día de parón.