Iglesias Villanueva será el único árbitro gallego en Primera

Jose Valencia FERROL/LA VOZ.

DEPORTES

El colegiado ferrolano sube a la máxima categoría con 35 años y tras 21 temporadas en activo

01 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El árbitro Ignacio Iglesias Villanueva (Pontedeume, 1-6-1975), profesor de Educación Física, ascendió a la Primera División y tras la retirada del ourensano Bernardino González Vázquez será el único representante del arbitraje gallego en la máxima categoría. Es natural de Pontedeume, aunque pertenece al Colegio de Árbitros de Ferrol y lleva 21 temporadas en el arbitraje, las seis últimas en Segunda División y las nueve anteriores en Segunda B, categoría a la que ascendió con solo 20 años, siendo ya una promesa del arbitraje gallego.

Asegura que subir a Primera es un sueño hecho realidad tras muchos años de trabajo, y pitar en la máxima categoría un reto: «Los escenarios en Primera son completamente distintos a cualquier otra categoría. De los árbitros se espera que estemos a la altura y en todo momento se nos mira con lupa. Además, todo está mediatizado. Yo lo sé y solo me queda trabajar y estar preparado», afirma.

Se pone como ejemplo para otros colegiados gallegos e insiste en que si él llegó arriba otros pueden hacerlo: «Yo quiero que los más jóvenes vean un espejo en mí, yo también empecé pitando partidos de chavales». Añade que en 21 años ha habido días buenos, otros no tan buenos y también malos: «La clave es una buena condición física, así como un buen trabajo técnico y psicológico. Hay que saber explotar las virtudes y pulir los defectos».

Dice que en el arbitraje hubo siempre errores, los hay y los habrá. Sobre la tecnología aplicada al arbitraje señala: «Los árbitros estamos abiertos a cualquier avance tecnológico. Estaría bien no tener el problema de la línea de gol para saber si el balón entró o no. Sin embargo, no se puede parar un partido para ver una imagen, repetirla cuatro o cinco veces, para saber si hubo o no penalti. En una misma jugada dos o tres personas pueden ver cosas diferentes. Sería insufrible».

Todavía le parece una utopía pitar en el Santiago Bernabéu o Camp Nou: «No me veo... cuando llegue el momento lo afrontaré». Dice que el ascenso le llega en su mejor momento, porque se siente preparado, y dedica su éxito a su padre, Aurelio Iglesias, que fue quien lo animó para que se metiera en el arbitraje: «Recuerdo que desde pequeño -señala- siempre me insistió en que hiciera deporte, se preocupaba de que me rodeara de gente sana, con habitos suludables. Después, cuando apareció la posibilidad de formar parte del colegio de árbitros también me dio un empujoncito para que me hiciera árbitro de fútbol. Hoy en día solo tengo palabras de agradecimiento hacia él por sus buenos consejos».

Asume que en todos estos años también hubo momento muy malos, como una grave lesión en el tendón de Aquiles que frenó su carrera: «Fue en el año 2003, nunca se me olvidará. Estuve varios meses parado porque me rompí el tendón de Aquiles. Fue un mal momento, pero ya pasó. Todo lo malo ya está olvidado, todo mereció la pena».