Mucho ruido y pocas nueces

Antonio Alix

DEPORTES

15 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Evidentemente me parecen muy bien los acuerdos que se están tomando estos días, lo mismo que las operaciones que están desmantelando redes de tráfico de sustancias. El secretario de Estado está presumiendo de todo ello, pero a mí no me parecen verdaderas medidas antidopaje.

Me refiero a que los detenidos por tráfico y los destinatarios de esos productos no son deportistas de élite, ni siquiera la mayoría de ellos compiten. Somos un país de tramposos; o de pillos por no emplear un término ofensivo. Aquí se presume de no pagar a Hacienda, de burlar los controles de velocidad o alcoholemia, de conseguir chanchullos, de copiar en los exámenes, etcétera. ¿Acaso no es el Dioni un ídolo?

Por tanto el que haya tanta gente que recurre a anabolizantes para ponerse cachas, a estimulantes para irse de fiesta o a hormonas para ganar a sus amigos en carreras populares, siendo lamentable, es una realidad que no incumbe al CSD ni a la Agencia Estatal Antidopaje.

A estos organismos les corresponde acabar con el dopaje en la élite y con la merecida imagen que España tiene de paraíso de estas trampas. Ojo, no porque el porcentaje de la élite española que se dopa sea mayor que el de otros países, sino porque aquí vienen a buscar esos productos y porque hay médicos de prestigio -es decir desprestigio- en ese ámbito. Y algunos de ellos, aun estando implicados en casos, mantienen tan campantes sus empleos en universidades o la sanidad pública.

Las operaciones Puerto y Grial se empezaron porque extranjeros cantaron que era aquí donde estaba la gasolinera. Gracias a ello han caído -y sin haber dado positivo en controles- ganadores del Tour y medallas olímpicas, pero resulta que ningún español ha podido ser sancionado porque jueces, autoridades policiales y deportivas no reman en la misma dirección. Paquillo Fernández copó titulares dos días y tras un mes se sigue sin saber lo que había en su nevera. Como tampoco se sabe quiénes son los deportistas sancionados porque la Agencia de Protección de Datos impide publicar esas listas, lo que protege a los infractores.

No pretendo que a un sancionado se le vista con traje de rayas, pero el que algunos cumplan en secreto resulta vergonzoso. En definitiva, que cuando escucho lo de la tolerancia cero me da la risa. Los periodistas extranjeros nos sacan los colores cuando coincidimos en los grandes eventos y se habla del tema; no nos cabe más remedio que darles la razón.