El partido se disputó a más de 40 grados de temperatura

La Voz

DEPORTES

22 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Habría que darle un tirón de orejas a las cabezas pensantes de la Real Federación Española de Balonmano que situaron el encuentro a las seis de la tarde en pleno verano. En Madrid aún se debe de pensar que en Galicia no azota el calor porque lo más lógico hubiera sido disputar el encuentro a las doce de la mañana. De esa forma, los más de 2.000 sufridores aficionados que sacrificaron la playa por seguir en directo el intrascendente duelo de la selección no se habrían visto obligados a ver el juego en una sauna.

Los termómetros marcaban 33 grados reales en el exterior a la hora de inicio del duelo y así es fácil deducir que en el Pabellón Municipal se vivió un efecto invernadero que mantuvo los termómetros por encima de los 40 grados. Las imágenes de abanicos ondeando sin césar, rostros de agobio por el calor y camisetas pegadas al cuerpo por el sudor fueron una constante.

El público, pese a la incomodidad propia del continuo sofoco, lo pasó en grande porque no todos los días se puede ver a la selección española en Pontevedra. Aún así, agradeció el descanso porque pudo salir a tomar el aire y refrescarse para aguantar la segunda mitad.

Esto seguramente no habría pasado en Andalucía, Valencia o Barcelona porque la previsión de ola de calor ya se conocía con antelación y lo lógico habría sido cambiar el horario.