Alberto Hortas: «Me gustan los tipos grotescos»

Nacho Mirás Fole

A CORUÑA

Dice que no es fácil ser original en un mundo donde nada es lo que parece

22 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El mundo es de los valientes y, además, el mundo es global. Por eso no hay ningún motivo para que un emprendedor joven no apueste por Galicia para montar su estudio. Alberto Hortas López (Santiago, 1980), artista de efectos especiales de maquillaje, acaba de hacerlo en A Coruña; nadie dijo que fuera fácil, pero 4ojos Estudio es una realidad que simula la realidad.

-Lo de 4ojos Estudio casi me supongo de dónde viene...

-Una vez mi tío Nacho, que es dibujante, y yo tuvimos que hacer un díptico para unos familiares. Como los dos somos miopes, se nos ocurrió lo de 4ojos, y ahí quedó.

-¿Quién recurre a sus servicios?

-Los clientes son productoras del audiovisual, para el cine, la publicidad, para la tele, museos que te encargan piezas y compañías de teatro. Hay trabajo, pero falta la continuidad laboral. Pierdes mucho tiempo en presupuestar, el cliente tantea mucho hasta que le interesa. Decidí venirme de Madrid porque hoy se puede trabajar desde cualquier parte, a las productoras les da igual dónde estás.

-¿Esto del maquillaje y los efectos le viene de pequeño?

-Viene un poco de mi madre, que en carnavales hacía trajes, disfraces... A mí siempre me gustó dibujar y, a partir de ahí, hice un curso en la sala Nasa, de Santiago, con Ricardo Spencer y vi la luz.

-De un tiempo a esta parte, todo el mundo hace maquillajes de zombis...

-Sí, son muy efectistas. Coges un poco de sangre, manchas, pones un par de moratones... Yo busco hacer algo diferente, con sello personal. Pero hay maquillajes de zombis muy chulos y originales.

-¿Quién es esta criatura de grandes orejas y mirada de perro [el de la foto]?

-Se llama Mirada perruna y es un proyecto mío personal. Me gustan los personajes que tienen rasgos que llaman la atención, los tipos con rasgos grotescos. También tienes al Hombre sapo, basado en un hombre real que vive en Pontevedra. La gente lo reconoce y te diré que, muchas veces, me quedo corto, la realidad supera a la ficción. He hecho personajes, cadáveres, piezas para museos, brazos, un cuerpo quemado, una réplica de María Mera...

-Los humanos somos tan crédulos que es fácil darnos gato por liebre y creer que un muñeco de goma es real, ¿no?

-Sí, es bastante fácil. Preferimos pensar que las cosas no son de mentira.

-Se me ocurre que su trabajo es justo lo contrario de la cirugía plástica reparadora, es destructora...

-Y creación. Partes de un dibujo. Hay que estudiar mucha anatomía, documentarse, observar texturas...

-¿En qué está trabajando?

-Estoy haciendo dos cerebros que me ha encargado la Fundación La Caixa que van a presentar como si fueran joyas.

-¿Cuando va por la calle se va fijando en la gente para usar después sus rasgos?

-No solo lo hago, sino que, a algunos, les voy haciendo fotos con el móvil. Madrid está llena de personajes grotescos que pueden dar mucho juego. A veces estoy en casa y me fijo en los poros de la cara de mi padre, los poros son la típica cosa que, cuando haces una escultura, es difícil.

-¿Los museos de cera no están ya un poco demodé?

-Ahora ya usan poca cera y más silicona. Pero el de Madrid es lamentable, está muy anticuado. Solo reconoces a Miguel Induráin porque lleva el maillot amarillo. El que es una pasada es el Madame Tussauds de Londres. La réplica de Morgan Freeman es Morgan Freeman.

-¿En su casa cómo llevan que se dedique a esto?

-Bien. Tengo que agradecerles a mis padres que lo que iba a ser un sótano se convirtiese en mi primer taller. Sin ese apoyo no habría hecho nada.

-¿Se asusta con facilidad?

-Sí que me asusto, sí.

nacho.miras@lavoz.es