Una tragedia evitable

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Lamentos por la dejadez en el homenaje a los héroes del «Urquiola»

13 may 2011 . Actualizado a las 12:30 h.

«Lo que me indigna es que podía haberse evitado si las agujas estuvieran en las cartas de navegación». Era el sentimiento que expresaba ayer María Isabel Rodríguez Moreno, la viuda de Francisco Rodríguez Castelo, el capitán del Urquiola y la única víctima mortal del siniestro ocurrido hizo ayer 35 años. Ante la figura de Breogán, en la sartén de la Torre, algunas de las personas que vivieron aquel 12 de mayo de 1976, y un buen número de familiares de las mismas, iban saludándose e incluso conociéndose personalmente.

«No hubo peligro para la población, porque el barco estaba lejos», apuntaba José Manuel Liaño, entonces alcalde de la ciudad. También reconocía que obligar al barco a salir de la bahía, después de que al entrar hubiera rasgado el fondo en las agujas sin señalizar, «fue equivocada, tenía que salir por el mismo sitio que entrara. Se hubiera solucionado llevando el barco a puerto», aseguraba Liaño, antes de saludar a Ignacio Arnaiz, entonces comandante de puerto de Petrolíber.

El primer teniente de alcalde, Henrique Tello, que presidía el acto, hizo el recorrido hasta la costa de punta Herminia conversando con María Isabel Rodríguez. Concejales de los tres grupos de la corporación coruñesa, autoridades marítimas y el subdelegado del Gobierno hacían también el recorrido hasta el lugar donde se descubrió una placa con los nombres del capitán del barco, de Ignacio Arnaiz y del práctico, Benigno Sánchez Lebón, además de aludir a todos los que hicieron posible que la tragedia no fuera mayor.

Lebón volvió a llegar en taxi

Al igual que ocurriera en la tarde de aquel 12 de mayo cuando tuvo que nadar más de dos millas entre un mar de crudo y llamas hasta llegar a Mera, Sánchez Lebón volvió a llegar ayer en taxi: «Se me estropeó el coche». Y aunque se quejaba de algunos achaques, su aspecto era bastante mejor que en aquella aciaga jornada en la que el taxista que lo llevó de Mera al puerto coruñés había resumido que con el cuerpo cubierto de crudo «parecía de las Coes».

Mientras se dirigía a la costa Lebón evocaba: «Non puxen o chaleco salvavidas e iso salvoume». Y es que, tal y como recordó en uno de los momentos más emotivos del homenaje, el práctico y el capitán fueron los últimos en abandonar el barco.

Tello leyó una texto de un compañero del capitán, Víctor García, que lo describía como «un galego rubio, de ollos azuis, con aire de alemán insubornable e ríxido». De hecho, era conocido como Paco el Alemán «e conta que era o único que poñía o traxe es os galóns cando entrada a porto», afirmó Tello, antes de reconocer que «tivo que pasar unha catástrofe para tomar conciencia do perigo real das agullas e de que A Coruña necesita protección moi forte para que estas desgrazas non se produzan nunca máis».