Las leyendas urbanas coruñesas

ángel varela A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El ejército fantasma de Elviña o el chupacabras de Penamoa, algunos de los mitos urbanitas

03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Todas las grandes ciudades del mundo atesoran historias fantásticas bajo el denominador común de leyendas urbanas. ¿Quién no ha oído hablar de los cocodrilos que habitan las alcantarillas de Nueva York? O la historia de la chica de la curva en Madrid, que se sube a los coches tras hacer auto-stop, avisa al conductor de los peligros de una curva y luego desaparece. A Coruña también atesora historias de esta clase que corren de boca en boca y están marcadas por la fantasía.

El ejército fantasma de Elviña. Este relato entronca la historia de la batalla entre las tropas de Napoleón y las británicas de sir John Moore con la actualidad. Manuel Arenas, editor, librero y especialista en la batalla de Elviña, explica que el subsuelo de la zona en la que transcurrió la lucha probablemente esté atestado de restos de material militar, una base histórica para la leyenda que Jesús María Reiriz recoge en el libro Galicia oculta y negra, que el año pasado recibió el premio Fernando Arenas. «En la primavera de 1997 tuve la oportunidad -cuenta el autor- de escuchar de los labios de un vecino de Elviña, ya de edad avanzada, su testimonio sobre una misteriosa experiencia que vivió a finales de los años sesenta». El relato de esta historia señalaba como este hombre comenzó escuchando en el verano de 1968 unos redobles de tambor en las cercanías de la carretera de la Zapateira, y acabó contemplando como jinetes y soldados de infantería, vestidos con los uniformes que se pudieron ver en la batalla de Elviña, atravesaban los campos de la zona.

Otra leyenda que enlaza también con la batalla de Elviña, esta más conocida, habla de cómo el fantasma de Lady Stanhope, antiguo amor del general John Moore, visita la tumba del militar en el jardín de San Carlos. Este homenaje a su amado que trasciende la muerte entronca con la historia, esta con más visos de historicidad, que cuenta como Lady Stanhope visitó todos los años, hasta su muerte en 1839, los restos del general en A Coruña desde su mítico y aventurero retiro en el Líbano, una certeza histórica que ha documentado el estudioso británico afincado en A Coruña Mark Guscin en su biografía sobre Lady Stanhope, también premiada con el Fernando Arenas.

Historias roqueras. Más modernas son las leyendas urbanas que relacionan la ciudad con diversas estrellas de rock como Nirvana. Esta historia, fantástica según el crítico musical Nonito Pereira, señalaría que el famoso combo de Kurt Cobain había firmado una fecha para actuar en la ciudad cuando aún eran desconocidos en 1990, pero que finalmente la edición en 1991 de su clásico Nervermind y la estratosférica fama que lograron provocaron la eliminación del concierto de su calendario. Otra de las leyendas urbanas es la que cuenta que el británico Norman Cook, luego conocido mundialmente como Fat Boy Slim, vivió en la ciudad como estudiante de intercambio antes de fundar el famoso grupo de los ochenta The Housemartins. Esta leyenda urbana explicaría que Paul Heaton, cantante de la banda, luzca un pin del Deportivo en una de las fotos que ilustran la carpetilla de vinilo London 0 Hull 4 del combo inglés.

El chupacabras de Penamoa. Con menos base real se presenta la historia fantástica que a mediados de los años ochenta comenzó a contarse por A Coruña, presuntamente salida del asentamiento chabolista de Penamoa. En las cercanías de lo que antes era el vertedero de Bens, y ahora un extenso parque, varios de los habitantes del poblado habrían visto a una especie de humanoide peludo que se movía por las leiras cercanas y atacaba a los animales. Fue bautizado como el chupacabras de Penamoa, e incluso se cuentan testimonios de personas que le dispararon con escopetas de caza. Otros testimonios legendarios situaban al mismo monstruo en las cercanías de la torre de Hércules y en el monte de San Pedro.

Pintadas con mucha historia. Otro subgénero que puebla las conversaciones de los aficionados coruñeses al misterio es el relacionado con las pintadas. Una de las más conocidas es una que pobló los muros del barrio de los Mallos. «Clemente chivato de Los Mallos», se podía leer por doquier. La imaginación sobre la identidad de Clemente incluso saltó en una ocasión a los medios de comunicación madrileños, que llegaron a señalar la posibilidad de que las pintadas se refiriesen al entrenador de fútbol. Más recientemente, un grupo de Facebook incluso se ha llegado a bautizar con el lema de la pintada como guiño a tiempos pasados. Otra pintada que gozó de cierta celebridad, esta vez en Orillamar, enviaba un mensaje a una misteriosa mujer nunca localizada. «Pelirroja Merchi, cuanto peor está de quien te rodeas más disfrutas». Una de estas pintadas todavía se puede contemplar en el blog del conocido fotógrafo y músico Xoán Piñón, que recuerda como incluso el apelativo de pelirroja Merchi sirvió para designar una calle en la que figuraba la pintada.

Un ovni en la calle Santo Tomás. Otro de los subgéneros que integran las leyendas urbanas de la ciudad serían aquellas relacionadas con el avistamiento de extraterrestres. Uno de los más sorprendentes fue narrado por el especialista en ufología Manuel Carballal, que cuenta una experiencia de dos niños ocurrida en 1969 en la calle Santo Tomás, en el barrio de Monte Alto. Allí, dos hermanos de cinco y siete años habrían contactado con una nave circular que habría aterrizado en la propia calle. Fueron invitados por dos seres vestidos con monos ajustados para que pasaran al interior de la nave. Posteriormente desembarcaron del artefacto sin que nadie del barrio se hubiera percatado del suceso, debido a que, según el relato de los niños recogido por Carballal, los vecinos habrían quedado inmóviles como si de una imagen congelada de televisión se tratase. Jesús María Reiriz también recoge en Galicia oculta y negra otro avistamiento famoso en la ciudad. El especialista recuerda como el coruñés Gonzalo Rubinos -«persona sin ninguna predisposición hacia el tema», señala Reiriz- presenció en el año 1954 las evoluciones de un brillante aparato volador mientras arreglaba su coche averiado en la carretera de A Coruña-Santiago. También quedó fijado en la enciclopedia fantástica de la ciudad.

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