«Me nacieron los dientes detrás de un mostrador»

Susana Acosta
Susana Acosta A CORUÑA/ LA VOZ.

A CORUÑA

Son más de tres mil los autónomos que defienden el comercio tradicional y luchan cada día contra la estampida de clientes

08 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Soy coruñés y llevo desde los 14 años detrás de un mostrador», esas fueron las primeras palabras de uno de los asistentes de la asamblea de comerciantes de ayer. Pero no fue el único, la mayoría de los que hablaron se habían criado en una trastienda, entre cafés, telares o productos de alimentación. Es la historia de un sector que ha perdido fuerza y que cada día se encuentra con una realidad que le supera: la estampida masiva de clientes. Algunos dicen estar pasándolo mal como la mujer de uno de los presentes que ayer se levantó para decir, visiblemente emocionada y con la voz quebrada, que hay que salir a la calle, manifestarse. Todo con tal de evitar que desaparezca el comercio tradicional y con ellos miles de realidades cotidianas.

Y es que cada una de estas historias representa el declive de un sector que quiere escribir su guión que no es otro que el de ser uno de los protagonistas de la ciudad. Por eso, fueron constantes las alusiones sobre el papel que el comercio tradicional representa en A Coruña: «Sin nosotros no habría competencia real, ni tampoco luces en algunas calles y los bajos de los edificios no se ocuparían. Somos los que damos vida a la ciudad» se escuchaba insistentemente.

Son voces que reivindican el trato agradable y cercano. El servicio al cliente y la confianza de no tener que pagar en el momento porque no llevas nada suelto. Es el comercio del descuento si compras un número determinado de artículos, también del consejo y, por qué no, de la amistad. «Muchos clientes dicen: Yo compro en el vecindario por me gusta», afirmaba ayer uno de los asistentes, encantado de que su medio de vida guste.

Ayer todo el mundo tenía algo que decir. Quería explicar su caso, cómo estaba su barrio. Y se quedaron cortas las dos horas que duró la reunión. También hubo propuestas interesantes que contaron con la aprobación del público como la de un comerciante inglés asentado en la ciudad que propuso habilitar una zona de aparcamiento a las afueras y facilitar autobuses gratuitos para que los clientes se desplacen sin problemas de tráfico por la ciudad.

«Me llamo Javier y me nacieron los dientes detrás de un mostrador», se escuchó en el recinto ferial. Era la voz de un hombre que quería defender su negocio, el suyo y el de su familia y que no le temblaba la voz a la hora de criticar a los políticos: «Dicen que es cosa de la prensa que no estamos tan mal como lo pintamos», afirmó. «Si pudieran vendernos la Torre de Hércules estaríamos sin ella», confesó otro provocando las risas y los aplausos del público.

«Avisad a los clientes, a vuestros empleados, a los vecinos para que se sumen a la concentración en María Pita», indicó el representante de los comerciantes del Obelisco, Antonio Amor, porque quieren dar imagen de unidad pero también de resistencia a un estilo de vida que a muchos de los que ayer estaban en la reunión, les ha dado de comer desde niños.