¿Nada que hacer por Julius?

Ángel Varela A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Después de que un juez y un médico dictaminaran que puede decidir sobre sus actos y no necesita dinero, el alemán continúa con sus erráticos vagabundeos por la ciudad.

23 sep 2010 . Actualizado a las 12:40 h.

Un olor nauseabundo inundó de repente el hipermercado situado en los márgenes de Alfonso Molina. La clientela empezó a preguntarse si habría algún tipo de fuga de algún elemento tóxico en las instalaciones. Pero pronto se focalizó el origen de los desagradables efluvios: un hombre ataviado con todo tipo de andrajos, entre los que se encontraban plásticos atados a los pies y una manta cuyo color indefinido se había metamorfoseado con la piel de su propietario. Ante la sorpresa de algunos de los clientes que veían por primera vez al llamativo marginal, otras personas presentes en el local informaban a los más sorprendidos: «Es Julius». Tras el aviso a la policía de los encargados del hipermercado, Julius abandonó sus instalaciones voluntariamente, a pesar de que las fuerzas de seguridad no tenían ningún motivo para apercibirlo. Julius simplemente se había limitado a estar. No se había dirigido a nadie ni había hecho ningún tipo de ademán violento.

Bolsas de basura como ropa

Esta anécdota ilustra las andanzas de un ciudadano alemán que ha convertido las bolsas de basura en uno de los elementos fundamentales de su ropa. El fortísimo hedor que desprende y su extraña vestimenta son los dos únicos elementos que lo distinguen de los marginales que pueblan A Coruña. Y es su aspecto el que causa una cierta alarma social en los lugares que visita, a pesar de que hace cuatro años que arribó a la ciudad. Según las personas que han podido conversar con él, llegó en un barco que lo dejó en el puerto y zarpó.

Un médico certificó a petición de un juez hace tres meses que Julius estaba en sus cabales y que tenía derecho a vivir como le viniese en gana. A partir de ahí, los servicios sociales de las administraciones públicas poco pueden hacer. Los especialistas en la atención a marginados coinciden en que el procedimiento para inhabilitar a una persona solo se puede realizar en casos muy extremos, ya que esa decisión impediría a la persona inhabilitada tomar las decisiones sobre su propia vida.

Y Julius no pide ayuda. Fuentes de organizaciones como Cáritas señalan que nunca ha solicitado sus servicios. Ni Julius ni nadie en su nombre. Porque en el caso de este alemán errante el problema no parece ser el dinero. Los dependientes de varias tiendas han visto cómo manejaba billetes a la hora de realizar sus compras.

Dinero contante y sonante

Aunque el aspecto de Julius podría indicar que sus posibilidades económicas son escasas, fuentes de las organizaciones de asistencia social explican que podría estar recibiendo alguna clase de pensión desde Alemania. Lo cierto es que rechaza las periódicas ofertas de ayuda que muchos vecinos de la ciudad le realizan. Movidos generalmente por su desaliñado aspecto, que en ocasiones llega a rozar el exhibicionismo debido a la escasa ropa que lleva puesta, los viandantes se sorprenden de que alguien con su aspecto no esté recibiendo tratamiento en un centro especializado. Sin embargo, el examen médico realizado a petición de un juez señaló que este extremo no era necesario.

Es común ver a Julius durmiendo en alguno de los portales del centro de la ciudad, una costumbre que comparte con varios indigentes. Sin embargo, este alemán preocupa más a los habitantes de A Coruña que todo el resto de los marginales habituales de la urbe.