Cerrado por carril bus

María Castrillo

A CORUÑA

Comerciantes de Federico Tapia, donde 21 locales han cesado en su actividad el último año, se quejan de que la zona de paso del transporte público ha afectado a sus negocios

21 abr 2010 . Actualizado a las 12:12 h.

La camisería donde empezó a trabajar Amancio Ortega es ahora el comercio más antiguo de Federico Tapia, una calle que ha visto cerrar 21 locales en este último año. Camisas Gala lleva abierta desde 1931, cuando los vecinos recuerdan que esta vía era una de las más cotizadas para tener un negocio.

Ahora las cosas parecen haber cambiado. «Ya no ves a tanta gente por la calle, prefieren ir a comprar a los centros comerciales -reconoce el dueño de Joyería Casado-, y una de las causas es el carril bus». Todos los dueños y trabajadores de Federico Tapia se quejan de lo mismo: el carril bus. Se habilitó hace dos años y las consecuencias, para ellos, son claras: «La gente deja de venir a nuestras tiendas porque no pueden aparcar. Es más fácil ir a un centro comercial y dejar el coche en un aparcamiento gratuito», se desahoga la dueña de Bob Dylan, cafetería que sufre cada día el carril bus cuando los camiones no pueden descargar la mercancía. Tienen que aparcar en otra calle y llevarla andando.

«La acera y la calzada están levantadas, pero en vez de arreglarlo y poner facilidades a los que vivimos aquí, se construye un carril bus». Así se queja también otro compañero que dejó de trabar por jubilación y sabe muy bien lo que es sufrir por un negocio; el suyo está en la misma calle, solo que ahora lo lleva su hijo.

Las personas se van a vivir a las afueras y con ellas el comercio. Personas jóvenes, comercio moderno. Los empresarios familiares son los que viven y trabajan en el corazón urbano. Ellos mismos son los que se dan cuenta de que «se está desertizando el centro de la ciudad. Y esto no aporta ningún beneficio, aunque haya un carril bus».

El pan también está en crisis

Hasta los bienes de primera necesidad se ven afectados por la falta de venta. En el número 61 de Federico Tapia estaba hasta hace dos años La Despensa, una panadería-pastelería que tuvo que cerrar. Desde entonces no hay ninguna panadería en Federico Tapia. De hecho, la dependienta de M. Fatáns, la tienda de decoración que colinda con las persianas bajadas de La Despensa, confiesa que una chica se puso a vender este producto de primera necesidad en su librería.

Otro de los 21 locales cerrados es el bar Siroco, un clásico local de la zona al que los mecánicos de Euromaster acuden normalmente. Y no solo ellos, pues la clientela fija de los portales que lo rodeaban es otro rasgo que lo caracterizaba. Pero, en este caso, no están preocupados, porque se trata solo de una ausencia temporal. «Cerrado por vacaciones», reza el cartel de la puerta.

La competencia es más fuerte en los negocios de decoración y los bares; estos últimos, los establecimientos que parecen ir mejor según comentan los vecinos: «Los bares siempre están llenos de gente». Y eso mismo es lo que quieren los vecinos de esta calle, «que se vuelva a llenar de gente».