Barrio de la Sagrada Familia, calle Reyes Magos. Un gitanillo llamaba a la puerta de la oficina de Cáritas: «¡Hola, Andrea! ¡Cuanto tiempo sin verte!», saludaba el risueño Jesús. Es uno de los aproximadamente 250 niños de familias necesitadas de la ciudad que este año recibirán juguetes gracias a la labor de Cáritas. «Me han dicho que si me sigo portando bien me darán un regalo más grande», explicaba el crío sobre sus peticiones a los Reyes Magos, mientras su madre se afanaba en buscar los juguetes más adecuados en un largo mostrador que atendían más de una docena de personas voluntarias de Cáritas y que entre ayer y el martes distribuyeron los juguetes. Andrea Lago es una de las responsables de esta iniciativa y destacaba el trabajo realizado en las últimas semanas por el voluntariado -mayoritariamente femenino- para clasificar y preparar los juguetes donados, «aunque ahora ya tenemos gente que hasta los trae casi nuevos». Justo al salir de la oficina, una persona llegaba con un futbolín: «Está bien, lo único que no tiene patas», apuntaba.
Andrea muestra asimismo la relación de familias a las que han ido entrevistado en las últimas semanas y que fueron citadas para estos dos días con el fin de que recogieran los juguetes para sus hijos. «El año pasado no lo hicimos, pero este año la gente y los colegios han traído juguetes en buen estado y hemos visto que las familias lo están pasando mal, vienen a buscar tanto ropa como alimentos», indicaba. En este sentido, Cáritas interparroquial, dentro de su programa de ayudas de urgencia a los necesitados, atendió en la última semana del año 25 peticiones, por un importe de 4.110 euros, una cantidad destinada mayoritariamente a cubrir pagos de alquiler, además de vales de alimentos y ayudas para la adquisición de gafas.
«Es la primera vez que vengo y estoy un poco nerviosa», reconocía una madre que también acudió a recoger juguetes al local de Cáritas, donde cada media hora estaba citado un grupo de familias. «¿Cuantos niños tiene?». «Tres, pero solo me falta para el de diez años; para los otros ya cogí». Eran conversaciones habituales durante estos días en el local de Cáritas.