El «heavy-folk» de Mägo de Oz arrasa en el Castrillón

A CORUÑA

07 ago 2009 . Actualizado a las 11:58 h.

Prometieron complacer a sus fans y lo hicieron. Los vallecanos Mägo de Oz hicieron las delicias de los más 10.000 fieles que se dieron cita en la plaza de Pablo Iglesias en el acto central de las fiestas del barrio del Castrillón. Y lo hicieron a su manera, trasvasando al escenario ese sonido bicéfalo con una cara heavy otra folk. Es decir, recorriendo la secuencia que va de Deep Purple o Iron Maiden a Gwedal o Labanda.

Sin embargo, no todo funcionó como la seda y el grupo tuvo que enfrentarse con un enemigo inesperado: el sonido. A los pocos minutos de empezar, el vocalista José Andrëa, anunciaba que iban a hacer una pequeña parada. ¿El motivo? El equipo se había resentido por la lluvia de la tarde y era necesario ajustarlo. Lo que en principio puedo parecer un anticlímax, sirvió para que la plaza se fuera llenando poco a poco hasta desbordarse. En la parte superior no cabía ni un alfiler. De hecho, el público invadió las calles Bergondo y Casanova de Eirís y, cuando la banda reanudó su actuación, el ejercito de fans con el puño en alto se había multiplicado.

Ahí es cuando el grupo desplegó todo su potencial. Sonaron los versos de El que quiera entender que entienda, que reivindica entre guitarras metálicas y flautas la libertad sexual. También los de La costa de silencio, que denuncia el desastre del Prestige. Escucharlos cantados de ese modo, a voz en grito por sus seguidores en una sintonía total, no deja lugar a dudas ni de su condición de himnos ni de lo que este grupo significa para la generación que hoy en día tiene veintitantos años. Fueron los primeros avisos, porque el grupo también se explayó por terrenos menos inmediatos. Ahí está ese extenso solo de teclados que derivó en una versión de la Marcha Turca de Mozart o, también la inabarcable Finisterra, con sus cerca de diez serpenteantes minutos que recuerdan a la vena progresiva de bandas como Iron Maiden o Helloween.

Fiesta final

Pese a que en la zona posterior a la mesa de sonido hubo quejas por el sonido, lo cierto es que en primera línea no se vivió otra cosa que ambiente de fiesta. Todo ello explotó en el tramo final, cuando sonaron los acordes de Alza tu cerveza y, sobre todo, con La fiesta pagada, que cerró el recital en medio de un auténtico delirio.

Tras dos horas de actuación, la banda madrileña revalidó su condición de favorita entre el público heavy local que, por una noche, convirtió al barrio del Castrillón en una especie de festival metálico. La Policía Local, consciente de la avalancha, cerró al tráfico todas las calles que rodean la plaza y al término el gran problema fue surtir de taxis a toda la marabunta.