El presidente y editor de La Voz afirma que «la profesión, como el país, está en un momento terrible, muy terrible»

La Voz

A CORUÑA

05 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El presidente y editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández-Latorre, quiso poner en valor el periodismo «como la más apasionante profesión que ha de estar siempre en alerta en su crítica al poder desde la libertad y la independencia». Lo destacó en la presentación de un libro del que forma parte. No ya por ser el único periodista vivo cuya figura se glosa en la obra, sino por los 46 años que, como dijo, lleva en nómina.

Santiago Rey Fernández-Latorre recordó que la gran mayoría de los profesionales que aparecen en La ciudad de los periodistas «fueron amigos y algunos familiares». Todos ellos, aseguró, «personas que han vivido la profesión más apasionante, difícil y vocacional». Recordó los tiempos en los que a los periodistas se les tachaba de incultos y canallas, cuando «hoy en día esos adjetivos habría que aplicarlos a muchos banqueros, políticos y presidentes de clubes de fútbol».

Siendo «el último periodista y editor independiente que queda en España», Santiago Rey Fernández-Latorre quiso dejar claro que vive única y exclusivamente del periodismo, «sin afán alguno de buscar influencias políticas o mercantiles».

El presidente de La Voz se refirió entonces a la competencia, «que no está entre los medios, sino que viene del mundo político, de un fondo de reptiles empresarial, de nacimiento espúreo y monstruoso y que dentro de unos días veremos en esta ciudad». Sobre este asunto, criticó el hecho de «que salga a la luz un proyecto de este tipo cuando todo el mundo está rozando la ruina, cae la publicidad y las ventas no van mejor». Dependerán, añadió, de «determinados estamentos políticos, consellerías dispuestas a darles unas subvenciones monstruosas y relacionadas con la industria eólica». Y todo esto se produce cuando «la profesión, como el país, está en un momento terrible, muy terrible», sentenció.

Por último, lamentó «la inexistencia de la ciudadanía, que hoy en día traga con todo, incluso con el espectáculo bochornoso de la clase política».