La cuestión del agua

A CORUÑA

29 oct 2008 . Actualizado a las 12:39 h.

El agua, su olor y su sabor, vuelve a ser fuente de preocupación en A Coruña. Hace más de un siglo, por no ir más cerca, llegó a las manos y a los juzgados la cuestión de la vez, sobre el turno de recogida de agua en las fuentes del municipio. Hoy la sangre no ha llegado al río. Y de la cuestión de la vez hemos pasado a la cuestión del olor y del sabor.

Para muchos ciudadanos, a juzgar por la multitud de llamadas, escritos y correos electrónicos llegados a esta redacción, el agua supo mal y olió peor desde que el pasado 15 de septiembre se produjo la contaminación del río Barcés, en Carral. La respuesta inicial de Emalcsa, que se encarga del suministro del líquido elemento a 120.000 clientes de la comarca, no sirvió para tranquilizar a casi nadie, pese a que su director general, Jaime Castiñeira, dijera «no puedo negar que a un vecino le huela el agua, pero lo que sí niego es la palabra hedor».

Durante los días en los que hubo más quejas, solo uno de los concejales del grupo de gobierno, muchos de ellos miembros del Consejo de Emalcsa, coincidió con la apreciación de los vecinos. Margarida Vázquez, del BNG, reconoció que el agua «cheira mal». Pero Henrique Tello dijo que él la bebía sin problema. Y el alcalde, Javier Losada, intentó tranquilizar con la frase «¡es agua de A Coruña!», subrayando al mismo tiempo que, de existir la mínima sospecha de contaminación, no se cometería la osadía de negarlo. Mientras, aumentaba la compra de agua embotellada en los supermercados.

El lunes, como las quejas se multiplicaban, el gobierno local decidió poner en marcha una campaña de imagen más efectista que efectiva: los concejales bebieron agua de una jarra rellenada en uno de los grifos del palacio municipal, algo que no sirvió para disipar dudas. Tres días después, el asunto llegó al Valedor do Pobo, que ha encargado una investigación de oficio sobre el problema. En Emalcsa y en el Ayuntamiento empezó a hablarse de una campaña orquestada por un grupo de vecinos amplificada por los medios de comunicación. La cuestión, tan vieja como la Historia, derivaba ahora de matar el hedor a matar al mensajero.

El pasado jueves las quejas empezaron a remitir y Emalcsa dio nuevas señales de vida. Lo hizo haciendo públicos informes que avalaban que el agua, al menos ese día, no olía mal. Al mismo tiempo, anunció una campaña de análisis del líquido elemento en los domicilios de los clientes que así lo soliciten, operación que comenzó el viernes. La compañía decidió, por fin, coger el agua por el grifo. Pasó de hablar de bulos a ponerse en acción. Emalcsa, por la que el Ayuntamiento recibió en su día una oferta de 10.000 millones de las antiguas pesetas, una operación que se descartó por temor a que se resintiera el servicio, distribuye agua a una población de más de 370.000 personas. Gracias a sus saneadas cuentas, ha decidido diversificar el negocio, entrando en operaciones urbanísticas como el aparcamiento de Matogrande o la Casa del Agua y participando en la empresa que distribuye el gas natural.

Todo esto está muy bien, pero no debe hacerle perder de vista que su misión principal es servir agua en buenas condiciones. Y acudir allá donde surja cualquier problema o atisbo de problema. Además, el plan de modernización de sus canalizaciones no ha avanzado al ritmo deseado. Las roturas siguen produciéndose aunque, eso sí, no siempre sean achacables a la empresa.

En estos días, Emalcsa, que suma ya 105 años de historia, ha podido comprobar que la sociedad ha cambiado. Hoy, el consumidor está más formado e informado, y ya no se resigna a dejar correr el agua cuando llega sucia.

Emalcsa tiene el monopolio del líquido elemento en la ciudad. O lo que es lo mismo: un cliente descontento no tiene la opción de irse con la competencia. Por ello, su responsabilidad es mayor. Por tratarse de un servicio público, y porque no es lo mismo el agua en malas condiciones que un teléfono con problemas de cobertura. Su presidente, Javier Losada, sin duda al tanto de la situación, a buen seguro habrá tomado cuenta de ello. Como de la, cuando menos, inquietante aparición de focos de residuos en el entorno del embalse de Cecebre que, responsabilidad o no del Ayuntamiento, tendría que ser objeto de intervención ya.