A vueltas por la rampa de la Torre

Rubén Ventureira

A CORUÑA

Los investigadores confirman que la estructura, que tenía unos dos metros de ancho, estaba apoyada sobre un muro exterior que desapareció hace 800 años

03 jun 2008 . Actualizado a las 11:46 h.

¿Como era la rampa que llegaba desde el pie a la parte superior de la Torre? Durante siglos se ha discutido si era volada o bien si estaba apoyada sobre un muro exterior. El asunto sigue dando juego, como ayer se demostró en la jornada inaugural del simposio Torre de Hércules. Finis Terrae Lux. Os faros romanos e a navegación occidental na antigüidade , organizado por la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Consellería de la Cultura.

El arquitecto Pablo Latorre González Moro y el arqueólogo del CSIC Luis Caballero Zoreda formaron parte del equipo multidisciplinar que ejecutó la restauración de la Torre en los años 1991 y 1992. Latorre recordó ayer que durante las excavaciones realizadas en la base del faro se hallaron «sillares que pertenecían al muro exterior», lo que a su juicio descarta la existencia de una rampa volada y confirmaba lo postulado por José Cornide. Caballero apuntó que la existencia de ese muro exterior está acreditada por tres motivos: la observación de Cornide, las excavaciones de los años 90 y la proporción, pues el doble cuadrado «es muy típico de los romanos». Cuando tras sus ponencias se abrió el turno de debate, un asistente aseguró no estar tan convencido de que no existiese esa rampa volada. Latorre replicó con una pregunta: «¿Hay algún caso de rampa volada en un faro que usted conozca?». Nadie respondió «sí».

Para Latorre, esa rampa tenía «al menos dos metros de ancho para permitir el paso de carruajes» hacia lo alto del faro. En ellos, según su tesis, se transportaba la leña con la que se hacía el fuego. Desde el público se planteó si esos dos metros permitían que los carros sorteasen los cuatro ángulos de la Torre. Respondió otro asistente, Enrique Cabarcos, de Factoría Gráfica, la empresa que ha hecho recreaciones virtuales del faro antiguo. «Nosotros probamos y no pasaban». «¿Ni con una rampa de dos metros», insistió Latorre. «No», replicó Cabarcos.

A lomos de un asno

¿Cómo se llevaba entonces la leña arriba? La respuesta la había dado previamente J. Manuel Abascal Palazón, de la Universidad de Alicante. A su entender, no hacía falta un carro de bueyes grande para subir la madera, sino que esta se podía subir, por ejemplo, a lomos de un asno u otro animal de carga. Calculó que la hoguera de arriba tendría «metro y medio de diámetro», y no haría falta una aportación espectacular de leña, pues el faro no funcionaba de forma constante, como lo hace en la actualidad, sino puntual.

José María Bello, director del Museo Arqueolóxico, se sumó sin duda a la tesis del muro exterior que rodeaba a la rampa, y dio sus fechas de derribo. «Empezó a caerse en torno al siglo V, y hace ahora 800 años se empieza a destruir», y como prueba aludió a monedas de Alfonso IX halladas durante la excavación en la zona donde se levantaba el muro exterior. La concesión de la carta puebla por este rey marca el final de la estructura. «Esos sillares son necesarios para la construcción de los nuevos edificios y fortificaciones acordes con el nuevo estatuto urbano: murallas, fortaleza y probablemente iglesias se nutrieron de ese magnífico material».