La historieta de la viruela

Laureano López
Laureano López A CORUÑA

A CORUÑA

Reportaje | Una expedición filantrópica Un cómic rescata el viaje que el médico Balmis y 22 niños de la casa cuna coruñesa realizaron a América en 1803. Fue el principio del fin de la pandemia

28 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

?abello rubio, nariz redonda y vestido rosa con echarpe marrón. Así recrea el dibujante y guionista Antonio Escolano a Isabel Cendala, la enfermera coruñesa que participó junto a 22 niños de la ciudad en la expedición filantrópica que llevó la vacuna de la viruela a América. No hay testigos vivos que puedan corregir a Escolano, pues han pasado 201 años de la hazaña, «el ejemplo de filantropía más noble y extenso en los anales de la historia». Son palabras de Edward Jenner, también caricaturizado en este cómic, el científico que hizo la primera inoculación de la viruela. El tebeo, de 14 páginas, ha sido editado por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) con motivo del 200 aniversario de la expedición. Llega un año tarde, pero llega, aunque no hasta la ciudad protagonista del viaje, A Coruña, pues la CAM no tiene agencias en Galicia. Bicentenario de la expedición filantrópica de la viruela incluye una biografía de Francisco Javier Balmis (Alicante, 1753- Madrid, 1819) y arranca con los preparativos del viaje para acabar con una pandemia que, a finales del siglo XVIII, causaba 400.000 muertes al año sólo en Europa. Cuenta cómo Balmis llega a A Coruña y selecciona a 22 niños de la casa cuna, los mismos que a lo largo del viaje portarán la vacuna en cadena para mantener el virus vivo hasta su llegada, primero a Puerto Rico, a bordo de una fragata de coruñesísimo nombre: María Pita, y a Venezuela, después. La expedición llegaría a dar la vuelta al globo y se prolongó durante otros tres años. Error histórico Con Isabel Cendala, la enfermera coruñesa que cuidará de los niños durante el viaje, vuelve a cometerse un error histórico, presente todavía en el callejero coruñés. Hay en el nomenclátor una calle dedicada a ella, entre A Maestranza y San Francisco, pero bautizada como Isabel López Gandalia, cuando la enfermera se llamaba Isabel Cendala y Gómez. Antonio Escolano se aproxima un poco más a su nombre auténtico y le llama Isabel Sendales, de quien destaca su «gran labor» y su posterior reconocimiento como primera enfermera de salud pública de México.