Amplio respaldo ciudadano a la protesta contra la balsa de residuos tóxicos

REDACCIÓN A CORUÑA

A CORUÑA

KOPA

Alrededor de 5.000 personas se manifestaron para exigir la paralización del depósito de fangos El agua, y no la del mar que pretenden defender, acompañó ayer a los manifestantes en su recorrido hasta la playa de Oza. Pero el mal tiempo no disculpó esta vez las ausencias. Alrededor de 5.000 personas formaron la protesta, aunque no estuvieron todos los Pacos, Manolos y Antonios que los contestarios reclamaban en sus consignas. El barrio respondió y se echó a la calle para ejercer su derecho al pataleo contra una ciénaga que amenaza el viejo Lazareto. Hora y media en la que niños, adultos y ancianos dejaron el calor, el sofá y el televisor para hacer oír la voz de la indignación popular. No se fían y no quieren renunciar al baño ni a su paseo, marítimo también, aunque no sea del Orzán.

04 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Como estaba previsto, los vecinos encabezaron la protesta. A las 20.30 horas, El Mirador se encontraba mucho más poblado de lo habitual en una tarde invernal, tanto que los organizadores -la plataforma vecinal- se frotaban las manos y no sólo de frío. Poco a poco se sumaron más a confirmar las expectativas -en 5.000 habían puesto la cifra del éxito- y cuando la manifestación comenzó a moverse rellenó el tramo final de General Sanjurjo. El desfile puso a prueba la pasarela peatonal a medida que el ambiente se caldeaba con consignas como «Salvémo-la praia, salvémo-la a ría, están facendo unha porquería». El barrio se echó a la calle -a gritos lo advirtieron: «Xunta, escoita, Os Castros está en loita»- para mostrar su oposición al depósito de los vertidos a la vera de un arenal que sienten como propio y que ayer rememoró, con bufandas y bastantes grados menos, la superpoblación de cada verano. No faltaron los que ya habían comprometido su apoyo: los sindicatos, el BNG, grupos ecologistas, la xunta de persoal del Juan Canalejo, militantes del PSOE y los colectivos sociales de A Coruña y Oleiros que pusieron su empeño en movilizar a la ciudadanía. Media docena de pancartas, un megáfono y las gargantas de una procesión de indignados bastaron para subir la temperatura. Al llegar a la balsa, los ánimos se exacerbaron para corear críticas a quienes tienen capacidad de decisión. Margarita Santiago, portavoz vecinal, leyó el comunicado final, una retahíla de calificativos como «noxento», «perigoso» o «irresponsable». «Estamos aquí -dijo- para defender unha herdanza digna para os nosos fillos..., pola terquedade da Autoridade Portuaria e demais autoridades que fan ouvidos xordos do noso berro de non ó vertido de lodos contaminantes». Recordó también que «non queremos que nos chamen papanatas» y advirtió que «non podemos tolerar que o noso Concello se inhiba».