Un coristanqués, nuevo abad de la colegiata de A Coruña

rodri garcía A CORUÑA / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Nacido en Ferreira hace 71 años, hasta ahora era archivero

08 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Ya hablé con el arzobispo para presentarle la renuncia y quiero que te quedes tú». Esto le comentó Rafael Taboada, abad dela colegiata coruñesa de Santa María del Campo, a Ismael Velo Pensado, doctor en historia, canónigo archivero desde hace más de veinte años, según recordaba este último, natural de Ferreira, en Coristanco.

Y es que Taboada, abad desde 1980 y sacerdote de este templo desde 1956, presentó su renuncia a comienzos de julio. Por cierto que José Lamas Pallas, de 90 años y natural de Berdillo, será uno de los canónigos.

Velo recordaba que su antecesor en el cargo fue ordenado sacerdote en Melide en 1949. Había estudiado en el seminario de Mondoñedo y su primer destino fue la parroquia de Xuvia, en Ferrolterra. Ismael Velo evocaba un suceso ocurrido en dicha parroquia cuando a Taboada «le dejaron en la iglesia tres muertos, que al parecer eran maquis, tirados encima de un carro de vacas; el hizo las gestiones para que fuesen enterrados en ataúdes, y parece que eso le costó una buena reprimenda de las autoridades de entonces.

A Velo, de 71 años, le gusta más hablar de historia y de libros que de sí mismo. Fue ordenado sacerdote en Santiago en 1964 y luego se marchó a Salamanca a estudiar. Allí fue capellán de las escuelas cristianas y tenía ofertas para quedarse, «pero -explica- Galicia y la familia me tiraban». Así que en 1967 fue nombrado coadjutor de Santa Eulalia de Liáns y

Perillo, «cuando todavía estaban

unidas». Años más tarde, «debió ser en 1989», pasó a ser el capellán de las Capuchinas, «las que estaban en Panaderas y ahora están en Oleiros», casi al mismo tiempo que empezó su callada y eficaz labor de archivero.

Velo describe minuciosamente las estancias de la colegiata y los libros que atesora: «Esto está catalogado y esto solo inventariado. Este libro está ahí a secar. Este tardé casi un año en leerlo. Los libros de ese armario están en cuarentena porque tienen bichos dentro y están fumigados para que vayan muriéndose».

Ismael Velo no puede ocultar su pasión por los libros: «Hasta puse en marcha una pequeña editorial», comenta como de pasada, antes de mostrar algunos de los pergaminos guardados y catalogados en distintas estancias de la Colegiata: «Este estuvo en la exposición de los 800 años de la catedral de Santiago», explica este vecino de la parroquia de Ferreira.

Sorprenden en este lugar obras como el Libro de la Cátedra de Gramática, un ejemplar utilizado entre los años 1589 y 1685, o los libros de música envueltos en plásticos, y parte de los cuales los encontró un día en la sacristía buscando una caja para una custodia. Son las sorpresas de la estancia. Los libros tendrán pronto nueva estantería y también será reparado el coro, «ya tenemos proyecto y presupuesto», unos 12.000 euros.

nombramientos