Un Nobel de vecino del al lado

CARBALLO

Durante décadas, la villa corcubionesa fue lugar de refugio y descanso para literatos como Martín Gaite, Julián Marías y Camilo José Cela, entre otras célebres plumas

25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Es muy probable que durante los años 80 Corcubión fuera la localidad española con mayor concentración de escritores célebres por habitante. Allí aterrizaba en verano la flor y nata de las letras hispanas en busca de paz y sosiego. Y seguramente en busca de un retiro alejado del río y cerca del marisco, en el que poder retocar sus obras y, quien sabe, hasta recoger anécdotas y vivencias que luego formaran parte de alguno de sus libros. Esa búsqueda está pendiente de estudio.

Las grandes plumas se concentraron en los 80, pero ya antes algunas de ellas se habían pasado por la localidad a disfrutar del estío.

Uno de los célebres de entonces -y de los que poco recuerdo queda hoy- fue Alberto Insúa. Periodista y literato. Nacido a finales del XIX. La primera novela que lo hizo célebre fue La mujer fácil , un relato erótico publicado en 1909. Luego Insúa renegaría de ella y se daría a textos más edificantes, quién sabe si fue porque se lo pedía el cuerpo o porque mucho cambiaron las cosas en 1936 y tras esa fecha no hubo ni mujer ni nada fácil.

Insúa pasó por Corcubión en la época en la que a Cee, al castillo de Ameixenda, llegaban a pasar los veranos los huérfanos de los periodistas de la Asociación de la Prensa de Madrid.

En los años 60 pasó por Corcubión otro autor bastante más conocido y hoy mucho más reconocido. Álvaro Cunqueiro, una de las mejores plumas gallegas del siglo XX -o más- conoció bien la villa y en alguna ocasión escribió sobre ella. Quedan artículos de sus viajes por Galicia publicados por Tusquets, en los dedica algunas líneas a la villa en la que recaló varias veces.

Su vínculo con la Costa da Morte fue Ramón Pais Redonda, alcalde de Corcubión antes de la llegada de la democracia. Él fue, seguramente, quien insistió al escritor en que parase en la villa, aunque Cunqueiro, viajero infatigable de mente y cuerpo, seguramente ya conocía la localidad antes de ser invitado a ella. Quién sabe si su viejo Simbad, marino viejo de dulces e imaginarias memorias, no estará inspirado en algún vecino real de Corcubión o de la vecina Fisterra.

Avanzando en el tiempo, el municipio más pequeño de la Costa da Morte se convertiría en refugio de otro ilustre. Durante varios años fue el hogar de Juan Benet, quien llegaría a adquirir un apartamento. Benet no llegó a la localidad a disfrutar del mar, sino a trabajar, pero no en creaciones literarias.

En los años 20 Otero Pedrayo viajó por la comarca y recogió en una guía sus impresiones. Entre ellas destacaba la belleza de la cascada de O Ézaro.

De esa cascada se encargó Benet, ingeniero, a quien se le encargó el diseño de la presa de Santa Uxía. En 1989 publicó su novela En la penumbra . Seguramente la escribió en la localidad. Con él llegó a Corcubión su mujer, Blanca Andreu, poetisa y premio Adonais de 1980, otra literata más a poner en la lista.

De Benet no todos guardan buen recuerdo en la Costa da Morte, porque el ingeniero alguna alusión hizo a la locura de los habitantes, algo que muchos todavía recuerdan hoy.

Por esos años, y seguramente de la mano de la pareja Benet-Andreu, llegaron a veranear otros célebres de los libros.

Carmen Martín Gaite pasó largas temporadas en la localidad. Se alojaba en Las Hortensias. Muchos recuerdan todavía hoy sus excéntricos vestidos. Lo suyo no fue cosa de un agosto. Regresó varios veranos a disfrutar de la Costa da Morte lejos del ruido de las ciudades.

Tal vez el más reconocido de los escritores que hizo escala en Corcubión fue Camilo José Cela. Pasó poco tiempo allí, solo unos días durante un verano, en el mismo lugar que Martín Gaite. Pero fue una parada temporal, porque después Cela se trasladaría a una casa en la playa de A Langosteira, en Fisterra, donde regresaría con frecuencia. El nombre del premio Nobel sirvió después para bautizar la vía, en Calcoba, en la que pasó largos veranos.

El laureado escritor fue tal vez uno de los que más socializaron en la comarca. No era extraño verlo en fiestas y romerías o encontrarlo de charla con los vecinos de la zona. De su paso por la Costa da Morte quedó una profunda huella en su libro Madera de boj . En esa novela aflora constantemente la toponimia de la Costa da Morte. Dugium, Fadibón, O Centulo, A Langosteira. Y apellidos locales, como Fuentes, convertidos en personajes literarios.

A la lista de los corcubioneses hay que añadir dos de las cumbres de la filosofía española del siglo XX. Uno de ellos fue Julián Marías -padre, además, del novelista y ensayista Javier Marías-, quien pasó por la localidad a finales de los 80. El otro fue José Luis López Aranguren. Ambos coincidieron en la época de Benet. Fue entonces, seguramente, cuando Corcubión se convirtió en la villa con más escritores por metro cuadrado.

Hace ya tiempo que la flor y nata de las letras hispanas no frecuenta la villa. No se sabe si ahora se concentrarán los escritores de renombre en otros puntos de la geografía nacional. O si se acerca todavía alguno, de incógnito, para descansar unos días lejos del ruido. Lo cierto es que no se ha vuelto a ver a ningún Nobel más que de paso.

Vale la pena recordar que Corcubión no fue solo escala de escritores llegados de otros lugares. También los locales dieron sus propias figuras.

Entre los que vale la pena destacar, Plácido Castro, uno de esos hombres de cultura cuyo desarrollo cortó en España, como en tantos casos, la Guerra Civil. Otro de los que se deben recordar es Francisco Porrúa. Lo suyo no fue escribir, sino editar. Él, corcubionés emigrado muy joven a Argentina, fue el primer editor de la novela de García Márquez Cien años de soledad . También él regresó en los 90 a pasar algunas temporadas en su villa natal, una tierra que, se ve, va bien abonada en lo que a letras se refiere.