Una coruñesa trasplantada de pulmón celebra con el médico que la operó sus 14 años de «nueva vida»

CARBALLO

Hace una década prestó su sonrisa para una campaña a favor de la donación.

24 abr 2010 . Actualizado a las 03:09 h.

Hoy mismo hace 14 años que Iria volvió a respirar. «Gracias al donante y gracias al equipo de profesionales», cuenta esta coruñesa de 29 años cuyo caso ilustra una conmemoración que, en definitiva, solo la generosidad ante la muerte hace posible. En su caso, doblemente. Hoy hace 14 años que una familia desconocida le regaló un soplo de vida, los pulmones de alguien querido, y el mes que viene se cumplirán dos de que su padre, Lois, le donó un riñón.

Ella, que hace una década prestó su sonrisa para una campaña a favor de la donación, es una de los 2.200 razones para la fiesta en la que participarán cirujanos torácicos y equipos de trasplantes de toda España. La cita es para conmemorar los 20 años del primer trasplante pulmonar realizado en España y los 10 del primero en Galicia. Juntas, las cifras forman 2010, año Xacobeo, y qué mejor que Santiago para celebrar dos hitos médicos en los que, con mascarilla, guantes y bisturí en ristre, estuvo José María Borro, responsable de los implantes en el Hospital A Coruña e impulsor de la reunión.

La primera vez fue en La Fe de Valencia, centro en el que este cirujano madrileño participó en 125 injertos antes de poner en marcha el programa gallego. Entre ellos, el de Iria, que les llegó en 1996 en ambulancia desde A Coruña casi sin esperanza. Diagnosticada de fibrosis quística a los 3 años, hasta los 13 fue «una niña normal», recuerda. Sin embargo, a los 15 su situación era ya límite. «Había tenido siete neumotórax, llevaba meses sin levantarme, y cuando me dijeron lo del trasplante me dio un miedo horroroso, me parecía imposible; era muy joven -añade-, pero recuerdo perfectamente ser consciente de que yo me moría, así que no perdía nada». Al despertar de aquella intervención «pensé que estaba muerta -continúa-, todo era tan blanco... pero en cuanto pude fijar la vista y caer en la cuenta de que era el hospital supe que todo había salido bien: respiraba como hacía años que no». Tanto y tan bien que al poco tiempo «se tragó medio Mediterráneo en La Malvarrosa», cuenta Borro, lo que le causó una infección.

No ha tenido desde entonces «nada más», dice. Salvo, claro está, el daño renal por los fármacos contra el rechazo de la que fue rescatada, sin espera ni diálisis, por su propio padre. No ha dejado tampoco de hacer deporte, eso sí, en seco. Le queda una asignatura para acabar Empresariales, vive con su pareja, David, lleva su casa, sale, entra, se divierte... «Mi vida es como la de cualquier otra chica; me considero una persona con suerte», concluye antes de, por supuesto, reiterar la llamada a la solidaridad. Esa que en la última década ha permitido volver a sentir el aire en los pulmones a 301 gallegos.