La generación Tuenti recupera la violencia en la movida

J. V. L.

CARBALLO

20 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Son sempre o mesmo grupo de niñatos e a culpa téñena os donos dalgúns locais que lles deixan facer o que queren e despois pasa o que pasa». Así resume un joven agredido recientemente en Ponteceso el fenómeno de la violencia en las zonas de marcha de la comarca, que llevaba años olvidado y que ha renacido con fuerza en los últimos meses.

Este aspecto, como todo lo que tiene que ver con el ocio nocturno va por rachas, por modas y por épocas. En este momento, el foco de la movida y también de la polémica está centrado en Ponteceso, pero todas las localidades con una alta densidad de bares de copas han pasado por situaciones similares que, en algunos casos, llegaron a acabar con la fiesta.

La novedad ahora está en la edad de los protagonistas. Tal como atestiguan los diferentes cuerpos de seguridad de la zona, los instigadores de las peleas y demás actos violentos son cada vez más jóvenes. Las pequeñas pandillas de chavales de entre dieciseis y veintipocos años, unidas generalmente por lazos de vecindad, están creando reductos en los que la mayoría de los clientes ya no se sienten cómodos ni seguros para tomar una copa. Su actitud territorial y provocativa condiciona al común de los jóvenes a la hora de decidirse por una determinada localidad para pasar sus noches de fiesta y para entrar en según que locales.

Algunos lugares lo han atajado de raíz. «Aquí en Carballo, agora mesmo hai algunha pelea de vez en cando pero non temos problemas os venres. Tamén saímos tres ou catro patrullas da Garda Civil, a Policía Local e algúns bares teñen porteiros de dous metros. Iso de que a seguridade privada non fai falta é un conto, porque os que dan os problemas non van aos locales con vixiantes», comenta un agente.

Ese modelo de control intensivo no es el único eficiente y el caso de Santa Comba lo ejemplifica a la perfección. Aunque en los últimos tiempos los locales más concurridos han incorporado seguridad privada, la gran mayoría carecen de ella y son precisamente los que menos problemas registran. La vigilancia policial se realiza de una manera mucho menos intensiva y, sin embargo, los episodios violentos graves pertenecen a una época ya pasada. Con todo, raro es el fin de semana en el que los sanitarios del PAC no tienen que atender a algún paciente que llega agredido o con una intoxicación etílica.

Estos problemas en los centros de salud cobran una especal relevancia especial en el caso de Ponteceso, donde un grupo de violentos llegaron a destrozar las instalaciones cuando perseguían a un miembro de un grupo rival para agredirlo. Los profesionales temen las guardias de los sábados por las noches y el propio alcalde ha llegado a reclamar seguridad.

Siempre que se produce alguna pelea o agresión, en el ambiente de la movida en seguida se reconoce a los culpables como pertenecientes a un grupo concreto a una localidad determinada. En las últimas fechas, los implicados en varios de estos altercados en Ponceso y Santa Comba han señalado a «os de Carballo» como responsables. Esta identificación no hace justicia para nada a los centenares de vecinos de la capital de Bergantiños que salen de fiesta los fines de semana y que no tienen ninguna relación con la violencia. Sin embargo, si se refiere a un grupo concreto de origen marginal, que se ha visto envuelto en varias peleas en los últimos meses y de los que ya tiene noticia la Guardia Civil.

Pese a tratarse de un fenómeno muy minoritario entre las miles de personas que salen cada fin de semana por Carballo, Ponteceso, A Laracha, Vimianzo o Santa Comba está empezando a causar un daño importante en los interses de los hosteleros y la imagen de las localidades.