Un sonoro cacareo desató la alarma de las fuerzas de seguridad de Carballo el sábado por la noche. Eran cerca de las doce y en la calle de las Camelias, entre los barrios de A Cristina y San Cristovo, un grupo de gallinas a las que les habían interrumpido su descanso emitían lamentos a pico batiente. Ante tal alboroto, se desplazó hasta el punto una patrulla de la Policía Local. En vista de lo que allí sucedía, decidieron dar aviso a la Guardia Civil y el sargento al mando en ese momento movilizó a los agentes que tenía de servicio por la zona.
Media hora más tarde, cuatro fornidos varones daban explicaciones en el cuartel por haber quebrantado el sueño de las aves. Ahora, todos ellos, viejos conocidos de los agentes por andanzas anteriores deberán responder en los juzgados por un presunto delito de robo.
Los policías los reconocieron mientras trataban de introducir las gallinas en un saco, después de haber derribado la valla del recinto, y en vista de que los superaban en número y conscientes de su forma de actuar decidieron pedir refuerzos a las guardias.
Gracias a su intervención, libraron a los detenidos de la difícil decisión de repartir las tres únicas aves que habían conseguido atrapar entre los cuatro que eran o de establecer una fórmula para el aprovechamiento conjunto de los huevos.