La cifra de moinantes afectados por la exclusión social supera el millar

CARBALLO

20 may 2009 . Actualizado a las 10:20 h.

En las periferias urbanas de Carballo y Coristanco viven más de un millar de vecinos en situación de marginación social, impuesta o buscada. Bajo la calificación, casi siempre peyorativa de moinantes, se encuentran personas con rasgos identitarios propios, espacios de asentamiento segregados y muchos problemas de integración en el conjunto de la comunidad.

Los estudios sociológicos impulsados por el Concello de Carballo y por la Universidade de A Coruña (UAC), hace más de un lustro revelaban la existencia de unos 600 individuos, repartidos en 167 familias, instaladas en los núcleos carballeses de A Brea, A Grela, O Sixto, Carballo de Arriba, A Colina, A Revolta y el Monte do Carme. Sin embargo, los datos que maneja la Guardia Civil, que incluyen el entorno de O Carrizal, en Coristanco, elevan las cifras por encima del millar de personas y rompen con los tópicos de chabolismo y asentamiento marginal porque, según se desprende de esos archivos, la mayoría reside en viviendas convencionales, muchas de ellas ubicadas en otros puntos de la capital de Bergantiños.

Esta evolución integradora que perciben las fuerzas de seguridad se debe, fundamentalmente, a la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo y a que «xa non toman aos delincuentes como modelos tal como acontecía antes», según señala un alto responsable policial.

Con todo, los problemas señalados en su momento por el sociólogo Luis Cuntín, que dirigió los estudios del proyecto Iglú, en el año 2002, y por el profesor de la UAC Ricardo García Mira, quien junto a Julia Regueiro publicó un trabajo sobre la «segregación social y espacial» de los moinantes, en el 2003, siguen teniendo plena vigencia.

En rasgos generales, estas deficiencias señalan un fenómeno de discriminación social, laboral y económica que García Mira llegó a calificar de apartheid. El grueso de la comunidad mantiene una actitud de recelo y rechazo hacia los individuos identificados como moinantes, evita el contacto con esta clase de personas y rehúye los espacios ocupadas por ellas. Esto da como resultado un porcentaje elevado de carballeses que nunca han pisado A Colina, O Sixto o el Monte do Carme, un número importante de padres y madres que se niegan a matricular a sus hijos en el colegio de A Milagrosa y un gran desconocimiento de la situación real que perpetúa los tópicos atribuidos a esta comunidad. El grupo de moinantes reacciona cerrándose sobre sí mismo como mecanismo de autoprotección ante un entorno que le resulta hostil y reduce el ámbito de relaciones a su propio círculo familiar.

Pese a los avances logrados en materias como la escolarización de los niños, la progresiva eliminación del chabolismo y la reducción de la criminalidad, lo cierto es que la mayoría de los puntos de distribución de droga se localizan en algunos estos lugares y los índices delictivos siguen siendo más elevados que los de otras áreas de la comarca. Al mismo tiempo, las dotaciones de servicios públicos como agua, luz o alcantarillado también son inferiores a las de otras poblaciones por lo que aparecen los últimos sitios en los que los carballeses querrían vivir.

Esta imagen de marginalidad y delincuencia impregna a un número elevado de vecinos de zonas como O Carrizal, A Brea o A Revolta que se encuentran perfectamente integrados y no guardan ninguna relación con actividades al margen de la ley.