El breve paseo del trole bergantiñán

CARBALLO

La línea eléctrica de 34 kilómetros que unió Carballo y A Coruña fue la primera de España y durante años, además, la más larga de Europa hasta desaparecer en 1971

11 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El nombre de Carballo sonó fuerte en España en 1942. Había, sobre todo, un motivo para ello. Fue entonces cuando se empezó a instalar una línea eléctrica que uniría la localidad de Bergantiños con A Coruña. Aquella era la base para la creación del trolebús, y la primera línea eléctrica para ese transporte que se creaba en España.

Los datos históricos para este reportaje los aporta el escritor Xan Fraga, a él se deben un buen número de publicaciones sobre la historia de los trolebuses, de la que es un apasionado y, sin duda, uno de los máximos entendidos.

El trolebús tenía detrás nombre propio, el de Enrique Sánchez Rodríguez, una de esas personas -como Plácido Castro en Corcubión- que dejan tras de sí una profunda impronta en su lugar y en su tiempo.

A él se debió, entre otras cosas, la primera central hidroeléctrica que dio luz a Carballo, en Entrecruces, instalada en 1915.

Pero la historia que nos ocupa llegó más tarde. Ingeniero y hombre viajado vio fuera de España un sistema de transporte eléctrico que le llamó la atención. Quiso importarlo y lo hizo con tanta energía que llegó a hacerlo realidad. Era el trolebús, que por entonces, en los años 40, todavía no se llamaba así.

Fue precisamente el ingeniero el que suscitó, con su iniciativa, un debate que llegó a la Real Academia Española. ¿Cómo debía llamarse el nuevo medio de transporte? Se barajó ponerle filobuses, como en Italia, pero triunfó finalmente la palabra trolebús. El trole.

Hoy, en Carballo, los que van a la estación a subirse a un autobús, si tienen cierta edad, se siguen subiendo al trole.

Los inicios

En los años 40 se empezó con los trámites y en 1942 se creó una sociedad anónima en la que estaban Enrique Sánchez y también el Banco Pastor. Nacía la empresa Trolebuses Coruña-Carballo, TCC.

El proyecto fue lento. Cablear los 34 kilómetros entre Carballo y A Coruña llevó lo suyo. Pero cejó la nueva compañía en su intento y en 1950, diez años después de los primeros pasos, arrancaba el primer vehículo. Era un 23 de febrero cuando las largas varas sobre el techo del vehículo arrancaron las primeras chispas al tendido.

Cuatro subestaciones eléctricas situadas en el camino permitían que la máquina no se detuviese. Y no lo hizo durante mucho tiempo. Después de superar los problemas para poder cablear el camino en una época (1942) de grandes dificultades económicas, el trole ya no tendría más freno.

Los primeros en circular fueron vehículos de la marca MAN-AEG, de fabricación alemana, de una sola planta. Llegaban en cajas -no sin problemas en plena Segunda Guerra Mundial- y se montaban después en Carballo.

El segundo modelo que uniría las dos localidades llegaría en 1961. Los BUT Leyland, de fabricación inglesa, se convertirían en una imagen de la infancia, con sus dos pisos, para muchos carballeses. Y no solo carballeses, porque por entonces los mismos circulaban ya por la línea Pontevedra-Marín.

La ruta carballesa tenía ciertas peculiaridades. No solo fue pionera en España, sino que fue también la línea electrificada de trolebús más larga de Europa. Tuvo, durante unos años, el segundo puesto, detrás de la que unía, en Italia, Bormio y Tirano, de 50 kilómetros. Pero la experiencia italiana duró poco y los 34 kilómetros de Carballo pasaron a ocupar el primer lugar en esa lista.

Podría haber llegado más lejos sino fuera por una línea en Yalta, en la entonces Unión Soviética, que alcanzaba los 90 kilómetros de recorrido. Pero con ser primeros de Europa, basta.

Y el trole funcionó hasta que en 1971 fue jubilado. Entonces empujaban con fuerza los automóviles, corrían ya los autobuses, y el sistema comenzó a parecer antiguo. «Foi unha falsa concepción do progreso a que acabou con el», asegura Xan Fraga.

Unas obras en la zona de Cuatro Caminos, en A Coruña, por las que pasaba a línea, fueron la puntilla. El cierre temporal pasó a definitivo y aquel germen del ferrocarril de las tres C -Coruña-Carballo-Corcubión- pasó a convertirse en historia.

Durante sus 21 años de vida cumplió sobrademante su función de medio de transporte asequible. Pero fue más que eso. También sirvió como sistema de transporte de mercancías entre Bergantiños y la capital provincial. Empresas como Calvo llegaron a usarlo para enviar cajas a la ciudad.

Al trolebús están unidas un buen número de anécdotas que muchos carballeses podrán narrar en primera persona. Una de ellas, cuenta Fraga, atañe a Arsenio Iglesias, quien fuera entrenador del Deportivo. Sus hermanos fueron a trabajar a la rede de electrificación durante su construcción y él, con ellos. De esa circunstancia surgió su paso por el equipo del Bergantiños en su época dorada y, quién sabe, tal vez todo lo que vino después.

Pero para recordar el trolebús es bueno tener buena memoria. Algunas piezas, algunos recuerdos, ha donado Xan Fraga al museo de Carballo, pero mucho más se podría haber recuperado para mantener vivo aquel invento. Ya no quedan trolebuses. Los últimos viejos aparatos se vendieron hace años por una miseria a personas de otros lugares que sí los supieron apreciar.

Quien se sienta nostálgico y quiera ver los trolebuses en acción aun puede hacerlo. Tendrá que hacer un viaje, pero no muy largo. Los últimos de Europa, cuenta Xan Fraga, aun surcan las calles de Coimbra, en el vecino Portugal. Allí, parece, sí supieron ver las virtudes económicas y ecológicas de un medio de transporte que, quién sabe, a lo mejor un día vuelve a verse pasar por la comarca. ¿Cuánto pagaría un trolebús en el peaje de la autopista? Porque ese, seguro, no desaparecerá.