«Quinín» se jubila en Carral

Luisa Gutiérrez

A CORUÑA CIUDAD

El marrano dumbriés que se ganó el indulto vive ahora su retiro en una finca del municipio coruñés

10 dic 2008 . Actualizado a las 17:54 h.

Nunca un marrano dio tanto de qué hablar. Quinín, el cerdo más famoso de Galicia, disfruta ahora de su retiro en una finca en el Concello coruñés de Carral. Pero esta vez lo hace en solitario, ya que además de ganarse el indulto ha conseguido la independencia. Una llamada telefónica lo salvó de pasar por el matarife. Se trataba de una familia que había conocido su historia gracias a los medios de comunicación.

Desde la sombra lo compraron, ya que el trato se gestionó a través de un intermediario, que se encargó también de buscar un lugar en el que Quinín pudiese pasar el resto de sus días. Así, entró en esta historia Pedro. «A min chamáronme para dicirme se quería coidar ao cochiño e, como o vira na televisión, e os animais encántanme non o dubidei», comentó el cuidador. Sobre los actuales propietarios no sabe nada. «A min ninguén me dixo de quen se trataba e, de momento, non pasaron por aquí. É un misterio», señaló. Pero, desde el anonimato, los compradores se encargan de que a Quinín no le falte de nada.

Por eso, en cuanto cerraron la compra, mandaron construir una gran caseta, para que el marrano pudiese resguardarse por las noches. «É tan fino que non fai as súas necesidades dentro do caseto, e, ultimamente, dáselle por correr pola finca cando se fai de noite», explicó Pedro.

Expectación

De momento, la presencia de Quinín en Carral está siendo discreta, aunque, la puerta de su nuevo hogar estará siempre abierta para quien quiera ir a visitarlo. «O que sei é que os primeiros donos puxeron dúas condicións ao vendelo: que non o mataran e que se lle deixara ver a todo o mundo que o fose a visitar».

Pedro Castro es natural de Carral y está feliz con su nueva responsabilidad, ya que siempre le han gustado los animales. «Nunca tiven animais na casa e tiña moitas ganas. Pero é que Quinín non é un cocho normal, xa que é como un amigo». Razón no le falta, ya que Pedro se desvive por el cerdo dumbriés. Su relación desprende una química especial. Pero él no es su único colega, ya que el marrano tiene otras amigas: dos ovejas de un vecino de la zona, que pastan en el mismo terreno.

Ni caso

Cuando ellas no le hacen caso, Quinín arremete, de nuevo, contra su cuidador, del que no se despega ni un momento en cuanto este entra en el terreno. «Eu creo que ás veces quere chamar a miña atención. Agora dáselle por tirar o cubo da auga, porque na outra casa dábanlle moito caldo e el, que é moi listo, tiraba o caldeiro para que se escapase o líquido e puidese comer a carne e a verdura con maior facilidade», cuenta el cuidador. Por las mañana, Pedro regala una gominola al marrano: una gran manzana, que desaparece en cuando entra en contacto con sus morros.