Desde Baíñas hasta su televisor

A CORUÑA CIUDAD

Eva Freire Pereira, una joven de Vimianzo que ha cambiado la vida en la explotación ganadera familiar por una oportunidad en «Gran Hermano»

24 sep 2008 . Actualizado a las 10:42 h.

¿Conocen a Eva Freire? Seguro que no. Y miren que hasta hace bien poco vivían casi al lado. La joven en cuestión es de Baíñas (Vimianzo). Ahora vive bastante más lejos, en una casa en Madrid con otras personas de toda España. Ustedes no entrarán en esa casa ni ella saldrá de ella. Tampoco podrán hablar con ella. Pero no se preocupen, acabarán conociéndola perfectamente, porque se hartarán de verla en la televisión.

No. No es ministra. Es una concursante más de la última edición de Gran Hermano . En los próximos días -semanas, o meses, depende de lo que aguante y de los votos de los telespectadores- acabarán bien informados de sus hábitos alimenticios, de si ronca o no ronca, de si gusta de la siesta o prefiere charla de sobremesa, de sus preferencias en el color de la ropa interior y de si friega con brío la cocina o gusta más de dedicarse a otros menesteres.

Conocerán sus chismes y sabrán si se le va un ojo por uno o por otro de sus compañeros de viaje. Lo sabrán casi todo de ella.

Eva Freire Pereira tiene 24 años y es As Cabazas, un pequeño lugar situado al lado del núcleo de Baíñas, en Vimianzo.

Allí vivía hasta ahora echando una mano en la explotación ganadera familiar. Su tarea, cuenta su madre, María Celia Pereira Lema, era la de limpiar los establos. Mucha bosta que barrer, porque en la familia tienen cerca de 170 cabezas entre vacas y terneros.

Allí vivía Eva con ganas de cambiar de vida. Dice su abuela, María Josefa Caamaño Blanco, que vive en el mismo hogar, que es muy buena estudiante y que ya desde pequeña dejó claro que, de vacas, nada. Tal vez por eso ha cambiado la paz de Baíñas y el tiempo con las reses por el show de Gran Hermano .

Su abuelo, Faustino Freire Santos, cuenta que ya la ha visto en televisión y que no perderá ripio de sus evoluciones en la casa de las cámaras, al igual que el resto de su familia. Sus vecinos no se han perdido la presentación del programa.

Algunos sospechaban que allí estaría, pero los rumores solo se confirmaron el domingo, con la presentación del espacio. Antes, la productora del programa ya se encargó de filmar a Eva en casa en un buen número de trabajos: ordeñando una vaca, recogiendo estiércol y montando a caballo, una de sus aficiones.

Trabajo en un bar

No solo de vacas vivía Eva. Últimamente también le daba a la hostelería. Trabajaba los fines de semana en una cervecería, de nombre Mesoiro, situada en el lugar coruñés del mismo nombre.

En la casa de As Cabazas convivía también con su bisabuela, María Santos García que, cuenta la madre, tampoco se separa de la tele.

Sus hermanos, José Ramón y Gustavo conforman el resto de su familia cercana, junto a su padre, Manuel Freire Caamaño, que ayer no se encontraba en casa.

«Agora desexamos con todas as nosas forzas que entre na casa e que dea algunha pasada máis alí dentro», dice la madre.

¿Y por qué decide Eva cambiar el ganado por la fama de Gran Hermano ?

«Ela sempre foi arriscada, as vacas non lle gustaban», dice la madre, que anima a todos los vecinos y a todos los telespectadores a apoyarla con sus votos para que permanezca en la casa hasta el final.

Eva fue aplicada en los estudios. Primero fue a clases en Baíñas. Al acabar, sacó un título de comercio en Arzúa, pero eso no iba con ella, así que se trasladó a A Coruña, donde cursó el bachillerato artístico. Dibujar, cuentan sus familiares, siempre se le dio muy bien, y exhiben como prueba un carboncillo con una copia de una imagen de Cristo que le regaló a su bisabuela.

Antes de llegar a Gran Hermano Eva pasó por otros empleos. Estuvo trabajando para una empresa de la construcción en la que, cuenta la madre, por su carácter no duró mucho. «Me gustaría ser dulce, pero soy hosca y tengo un carácter muy fuerte», reconoce la propia Eva en la página web del programa.

Aun probaría en otro empleo más, en la tienda de ropa Bicoca, en Cee. «Valía para traballar cos animais, pero non quería», dice la madre. A lo mejor su experiencia con el ganado le sirve de algo ahora.

La familia relata que la joven se despidió por tres meses, es decir, con la esperanza de llegar al final del programa.

En todo ese tiempo tiene prohibido ponerse en contacto con sus familiares. Los de la productora, cuentan en As Cabazas, se quedaron con su documentación y la metieron en la casa. Sin contacto con el mundo exterior. Solo saldrá, dice su madre, si fallece algún familiar. Si no, seguirá dentro. «Ten que ser duro estar alí pechado», dice la abuela.

No es la primera vez que a Eva le da por probar fortuna como participante en Gran Hermano . Al programa -que parece que le gusta- ya se había dirigido en una ocasión anterior con la intención de participar. Y también la llamaron. Pero entonces apareció en su camino el empleo para la constructora y la joven aparcó la sed de fama televisiva para otra ocasión. Esta vez tocó.

Dice Eva que está soltera y que allí, encerrada, busca el amor con alguno de sus compañeros. La familia espera que llegue al final y, de paso, a ver si le sale algo de chollo por esa nueva vía que se acaba de abrir en su vida.

Pueden quedar muchos meses por delante, y no se sabe si Eva acabará echando de menos a aquellas vacas que mugían dulcemente mientras les limpiaba la bosta. O se destapa como una mujer nacida para la pequeña pantalla. Solo hay una forma de saberlo: voten.