El año pasado navegaron frente a Fisterra 41.942 barcos mercantes

E. E.

CARBALLO

22 dic 2007 . Actualizado a las 04:14 h.

El tráfico de buques de mercancías frente a la Costa da Morte sigue creciendo. Sólo el año pasado pasaron por el corredor de separación de tráfico marítimo 41.942 barcos. Son 117 diarios, cinco por hora. De ellos 14.000 son de mercancías peligrosas, con una carga total de 160 millones de toneladas de los más diversos productos.

Los datos los aporta Xaquín Maceiras, jefe del centro zonal de Salvamento Marítimo de Finisterre, situado en el monte Enxa, en Porto do Son. Él es el responsable de la seguridad en uno de los corredores con mayor densidad de tráfico de buques del mundo. Todo ese volumen de mercantes se controla desde un lugar bastante lejos del mar, la estación remota de radar construida en Dumbría.

Pocos al pasar podrían intuir para qué sirve esa torre cuajada de antenas y coronada por una esfera metálica. La estructura se eleva en un lugar solitario, a 530 metros de altura en el lugar conocido como Chan das Lagoas. Su silueta se divisa desde muy lejos. Está allí y no cerca del mar, porque desde esa altura puede controlar a los barcos que navegan a cerca de 75 kilómetros de distancia.

Un viaje por sus entrañas ayuda a desvelar los secretos del radar, sobre todo si se cuenta con dos guías como el propio Maceiras y Andrés Gago, responsable del correcto funcionamiento del aparato.

La torre de Dumbría pasa por ser el tercer radar más potente para uso civil que se ha construido en todo el mundo. Desde la altura, si el ojo humano tuviese la capacidad de hacerlo, podría divisar los barcos que transitan a 40 millas. El ojo no puede, pero las ondas que salen de la antena Easat EA2526-XS, de fabricación inglesa, sí los alcanza. Desde Chan das Lagoas parten las ondas que vuelven rebotadas por las embarcaciones.

Realmente no hay un sólo radar. Hay cuatro. Dos de bandas distintas funcionando constantemente y otros dos preparados para sustituir a los anteriores si falla alguno de ellos.

Después del accidente del Prestige el corredor fue alejado a más distancia de la costa para prevenir nuevos accidentes. La estación de Dumbría fue la solución para controlar el nuevo tráfico. Los barcos más alejados pasan a 39,5 millas de tierra. La estación de Dumbría los ve pasar.

En ella todo está pensado para garantizar la seguridad. Todo es doble y todo tiene repuesto automático. Si falla un radar, entra otro, y si falla el otro, un tercero, si hay un corte de luz tampoco hay problema: 3.000 litros de gasóleo garantizan el suministro.

Pero hay más que un radar en Chan das Lagoas, también hay una estación de radio que sirve para controlar la posición exacta de las embarcaciones, algo precioso en caso de problemas. Cuenta Maceiras que, tal y como está montado el sistema, si un cataclismo destruyese la torre de control de Porto do Son, el personal podría trasladarse a seguir trabajando en Chan das Lagoas: todo está pensado para que el ojo que vigila el mar no se cierre nunca.

Dentro la torre es un entramado de escaleras metálicas y ordenadores. Se escucha desde lo alto el viento y el ruido de la gran antena, que nunca se detiene. Miles y miles de informaciones sobre cada barco llegan cada día a la torre de Dumbría, que las reemite a los otros centros de control.

Y todo desde la soledad automática del lugar. No queda de camino a ninguna parte. Para llegar a ella se construyó una carretera de casi tres kilómetros sin otros destinos. Las pocas visitas que recibe son las de Andrés Gago, que pasa por allí cuando surge alguna avería. Todo para que el control del mar no se detenga.